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Roque PEDACE

Bajo el inquietante título de: El control del cambio climático exige renunciar a un tercio de las reservas de petróleo y al 80% de las de carbón, El País publicó una nota de Alicia Rivera que afirma que un estudio asegura que la tendencia de los políticos a explotar todos los recursos es contradictoria con los objetivos de evitar un calentamiento superior a dos grados a finales de siglo.

El mencionado estudio es el que realizaron Christophe McGlade y Paul Ekins que acaba de publicarse en Nature[1] el cual confirma aquello que se sabía desde hace tiempo: el problema en la transición no será la escasez de recursos sino de espacio ambiental.

1 – No hay escasez de fósiles.

Los valores de reservas probadas y probables se van moviendo hacia arriba con el tiempo, tal como ha ocurrido con otros recursos de la corteza. La razón es que la tecnología permite superar la barrera mineralógica, esto es, recuperar aquellos que antes eran demasiado caros. El aumento en los costes, incluyendo el energético, no es por lo general un obstáculo insalvable ya que el valor de la materia prima hoy es mayor en función de la mayor productividad de todas las cadenas. En otras palabras, aun siendo más caros, estos recursos hoy permiten más y mejores servicios finales que antes y por lo tanto se puede pagar más por ellos. Los fósiles de extracción más fácil se van agotando pero no hay una discontinuidad tal en el curso del reemplazo que produzca una crisis económica. Lo que si ocurre es que el sector extractivo sigue llevándose una alta proporción de la renta total.

oil1El «peak fossil» se deberá a los costes ambientales, en especial la internalización de las emisiones de GEI, y a la propia transición energética que hará más conveniente la adopción de tecnologías que lleven a una matriz libre de fósiles. Como señala el artículo, este proceso implica que en lo esencial ya se ha llegado a este pico de consumo de fósiles.

2 – La tecnología cuenta.

El artículo menciona el bajo impacto de la captura y almacenamiento de CO2  para reducir el impacto global de las emisiones, en parte porque no hay tiempo para su despliegue y evolución. Por el contrario, las fuentes renovables están en trámite acelerado para cubrir todos los usos finales. El mayor problema para esto último no es económico sino sistémico: como señalan los autores no está claro cómo se distribuirán los costes y en particular si es que los perdedores, vg los ricos en fósiles, serán compensados.  Añádase la cuestión de los impactos de la electrificación acelerada versus el uso  futuro de hidrógeno o el rol de biocombustibles llamados de segunda y tercera generación, inter alia.

3 – No hay de todo para todos.

slide_issue_7546Aun si se mejorase la eficiencia de todos y cada uno de los procesos hasta el límite termodinámico no alcanzaría a satisfacerse una demanda material de crecimiento exponencial. El principio de suficiencia vale más que la ecoeficiencia y por tanto no es posible una transición justa sin racionar. Al igual que paso con el tabaco, hay que poner límites y llamar las cosas por su nombre: la carboadicción es una patología, el carbotraficante es un criminal.

[1] McGlade, Christophe. Ekins, Paul.  The geographical distribution of fossil fuels unused when limiting global warming to 2 °C. Nature, 517, 187–190 (08 January 2015)