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EDITORIAL, 24 DE ENERO 2015

Una vez más, en 2015, viviremos un proceso electoral en el que no existirá alternativa a la política tradicional. Una vez más habrá que optar por el mal menor o por falsas opciones generadas al calor de una campaña electoral absolutamente vaciada de contenidos, donde no habrá espacio para debatir lo que se hará, ni para explicar cómo y con quién se hará, y donde sobrará espacio para mostrar una serie de individuos y partidos intercambiables y alternantes – en una competencia cuasi deportiva – que callarán cuando hay que hablar o hablarán cuando mejor sería callar.

2015, será un tiempo en el que los discursos se decidirán por coacción y no por la fuerza del mejor argumento; un año en el que emergerán las habituales plataformas electorales: preimpresas, mimeografiadas, aprobadas sin discusión alguna y a puertas cerradas.

En 2015, iremos a votar envueltos en la espiral del «consumir más», al que llamarán las diferentes variantes – más o menos liberales, o más o menos dirigistas – que nos querrán convencer que nuestro único destino es aumentar sin cesar la producción y el consumo, haciendo caso omiso a las históricas consecuencias que han tenido estos planteos en cuanto al crecimiento de las desigualdades y la multiplicación de las crisis socio-ecológicas.

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Canalizar las aspiraciones de las fuerzas transformadoras de nuestra sociedad, las nuevas ideas y nuevos movimientos y sectores de población que hoy se encuentran huérfanos de representación política resulta el gran desafío que tenemos por delante.

Al renegar de los partidos máquina y de los partidos empresa que se ofrecen a izquierda y derecha del tablero político tradicional, el ecologismo tendrá que poner todo su empeño, experiencia e inteligencia para crear una estructura política de nuevo tipo, capaz de producir significado y de transmitir sentido político y tomar decisiones estratégicas en forma participativa. Una estructura política lo suficientemente flexible y elástica como para posibilitar la coexistencia de diversas prácticas ecologistas y transformadoras, de individuos y organizaciones con diferentes trayectorias vivenciales o políticas. Que dé cabida a la gran nebulosa ecologista de base: el mundo de las ONG y de las grandes asociaciones ambientalistas, y que sume a todas las corrientes que piensen que la crisis socio-ecológica es el nuevo eje prioritario.

Lo que nos está diciendo 2015 es que resulta imprescindible una reconstrucción política de la sociedad, para que la democracia no quede solo en palabras y también nos está diciendo que el movimiento Verde puede y debe convertirse en la “esperanza” política de nuestro país.