EDITORIAL, 29 DE ENERO 2015
La economía es una ciencia que se ocupa de la especie humana que vive en sociedad dentro de un ambiente finito, o no es nada. Georgescu-Roegen
Thomas Piketty, el economista de moda, se convirtió en un hombre influyente a nivel mundial advirtiéndonos que la tasa de acumulación de capital está creciendo más rápido que la economía y que ello aumenta la desigualdad lo cual se resuelve creando impuestos globales a la riqueza y a la herencia. Su libro El capital en el siglo XXI ha sido considerado como una aportación poco menos que histórica por renombrados referentes académicos de la corriente principal de la economía, corriente que – paradójicamente – es responsable de las crecientes desigualdades y también del rumbo que aceleradamente nos lleva hacia el choque con los límites físicos del planeta.
Más allá del deseo compartido de terminar con las escandalosas desigualdades, algunos aspectos en el pensamiento económico de Piketty merecen ser cuidadosamente analizados.
En un reciente reportaje publicado por el diario La Nación, Piketty nos dice que la posibilidad de una reducción en la población y de crecimiento negativo poblacional lo asusta. La baja del crecimiento poblacional – según Piketty – es un riesgo grande. Crea problemas para las jubilaciones, pero es mucho más que eso. También le da mucha importancia a la riqueza heredada, que se vuelve muy importante en una sociedad en la que se reduce el crecimiento de la población.
Esta visión, a todas luces parcial, deja de lado alguno de los principales problemas que hoy enfrenta la humanidad, indisolublemente ligados al crecimiento económico y poblacional. Así por ejemplo – tal como lo demuestra la Identidad Kaya – las emisiones antropogénicas de carbono, principales responsables del cambio climático global, son una función directa del aumento en el PBI per capita y del crecimiento de la población. Que Piketty aclare que el crecimiento económico debe ser un crecimiento “limpio” y que – en un verdadero alarde de optimismo tecnológico – nos diga que para alcanzar ese crecimiento limpio se requiere inventar nuevas formas de energía, no alcanza para ocultar la falta de una mirada holística sobre la enorme complejidad que conllevan estos temas.
Su propuesta de un impuesto global a la riqueza y a la herencia puede ayudar a construir un mundo más justo y su teoría ilumina bastante bien algunas facetas del dominio de la economía pero, lamentablemente, deja de lado otras teorías que iluminan temas fundamentales que él parece haber dejado en la oscuridad.
Las consecuencias del crecimiento exponencial en términos de población frente a la finitud de los recursos de la Tierra no pueden ser dejadas de lado. La primera ley de sostenibilidad es que el crecimiento de la población o en las tasas de consumo, no pueden ser sostenibles. Piketty parece ignorar aspectos como los que Isaac Asimov señalaba en su Metáfora del Cuarto de Baño[1] acerca de la pérdida de la dignidad humana que conlleva el crecimiento exponencial de la población o los teoremas tétricos de Kenneth Boulding que en la década del año 1970 advertía sobre la urgente necesidad de alcanzar un equilibrio poblacional[2].
Tal como lo propone el Dr. Albert Bartlett no se puede pensar en alguna situación que mejore si concentramos más personas en nuestras ciudades, pueblos, estados, países o en este planeta. Cuando Piketty propone el aumento de la población como parte de la solución al problema de las desigualdades, me recuerda que, en la mayor parte de los casos, la fuente principal de los problemas han sido las soluciones.
[1] …la democracia no sobrevive cuando hay superpoblación. La dignidad humana no puede sobrevivir a ello. La comodidad y la decencia no pueden sobrevivir a ello. A medida que crece la población planetaria el valor de una vida no solamente declina, sino que al final desaparece. Ya no importa si alguien muere. Cuanta más gente hay, menos importa cada individuo.
[2] Si la consecuencia última del crecimiento de la población es la miseria, entonces la población crecerá hasta que la miseria sea suficiente para detener el crecimiento. Que cualquier mejora de la técnica que pueda mitigar la miseria durante un tiempo, mientras la miseria sea el único freno sobre la población, permitirá crecer a la población y pronto llevará a vivir en la miseria a más gente que antes. El resultado final de las mejoras técnicas, pues, es incrementar la población, lo que lleva a aumentar la suma total de miseria humana. Por último, en su variante ligeramente optimista del Teorema Tétrico señalaba que si hay alguna otra cosa, que no sea miseria y muerte, que pueda poner freno a una población próspera, entonces esta población no tiene por qué crecer hasta encontrar miseria y muerte y podría ser próspera de manera estable.