EDITORIAL

democracia

Reflexiones sobre un texto de Manuel Ludueña: Vivir en democracia es otra cosa

Carlos Merenson

La concentración económica y el poder que de ella deviene se han hecho más fuertes que en cualquier otro momento de la historia reciente y las consecuencias de este proceso se proyectan en los ámbitos económico, social y político.

La democracia liberal – surgida de las revoluciones políticas de los siglos XVIII y XIX – ha ido dejado en el camino la mayor parte de sus virtudes fundacionales arrasada por la potencia del dinero. Es así que hoy nos encontramos con un sistema democrático en el que el poder ejecutivo se encuentra absolutamente hegemonizado por una tecno-burocracia que se obsesiona por los aspectos instrumentales y relega las políticas públicas con el único objetivo de crear una “economía competitiva” y “exportadora”; en aras de lo cual se dedican a mirar para otro lado ante cualquier legislación o traba que pudiera dificultar la llegada de las tan ansiadas inversiones que supuestamente “crearan empleos y mejoraran la recaudación”. Un sistema democrático en el que el poder legislativo se transforma en un centro de mediocridad y una justicia que resulta funcional a la concentración del poder económico. Lo cierto es que no hay institución alguna que pueda decirse que sea hoy más democrática que antes.

En consecuencia, el ecologismo plantea luchar por una democracia participativa en la cual todos los ciudadanos tengan el derecho de expresar sus puntos de vista, y sean capaces y libres de participar directamente en las decisiones que afectan sus vidas; por una democracia en la que el poder y responsabilidad se concentre en las comunidades locales y regionales, y se devuelvan hacia niveles más altos de gobierno sólo cuando sea esencial que así sea. El ecologismo plantea la necesidad de fortalecer a las personas mediante el acceso a toda la información relevante para la toma de decisiones y el acceso a la educación para capacitar y permitir participar a todos. La ruptura de desigualdades de riqueza y de poder que inhiben la participación. La construcción de instituciones de base que permitan que las decisiones sean tomadas directamente a los niveles apropiados por aquellos interesados o afectados, basadas en sistemas que promuevan la vitalidad cívica, la acción voluntaria y la responsabilidad comunitaria. El apoyo decidido al derecho de expresión y opinión de los jóvenes mediante la educación, promoviendo y ayudando la participación de los jóvenes en todos los aspectos de la vida política incluyendo su participación en los cuerpos de decisión política. La transparencia y democracia de todos los sistemas electorales. El compromiso de los representantes elegidos con los principios de transparencia, honradez y responsabilidad en su gobierno.

Al marco institucional que apunta a una distribución equitativa del poder político, económico y social; el ecologismo incorpora el ámbito ecológico, definido como el marco institucional que busca reintegrar a los seres humanos a la naturaleza. De esta forma, el ecologismo plantea la necesidad de ampliar el ámbito de lo público, incluyendo no sólo la esfera de lo político, sino también de cualquier área de la actividad humana en la cual las decisiones puedan ser tomadas colectiva y democráticamente.

La lucha por una reconstrucción de la democracia es la que identifica a la mayor parte de los movimientos políticos y sociales auténticamente progresistas, de allí que resulte adecuada para lograr la convergencia política necesaria para enfrentar la sinrazón de un sistema que ha destruido los valores fundamentales de la democracia y que está destruyendo a la sociedad y al ambiente.