EDITORIAL

cordoba

Carlos Merenson

Los trágicos  sucesos acontecidos en Córdoba, que han dejado muertos, destrucción y empobrecimiento generalizado no son hechos fortuitos e inesperados. Se vinculan en forma directa con el proceso de cambio climático global, las políticas de cambios de uso del suelo, la imprevisión, las conductas imprudentes y la extendida cultura productivista.

Quienes investigan la evolución del cambio climático y sus impactos vienen señalando que desde las décadas de los años 1960 y 1970 se registra un importante aumento de las precipitaciones en el noreste y en el centro del país con un considerable aumento de la frecuencia de precipitaciones extremas y los consiguientes daños por las inundaciones, vientos destructivos y granizo asociados a estos eventos. Efecto este que se está haciendo sentir y que puede repetirse con intensidad creciente en los próximos años o décadas.

Por otra parte, en las dos últimas décadas, se desarrolla una acelerada expansión de la frontera agrícola, acompañada por un grave proceso de deforestación y cambios en el uso del suelo, que ha tornado a las cuencas hidrográficas del centro del país mucho más peligrosas, no solamente porque las inundaciones se tornan fenómenos incontrolables y las crecidas pueden ser mayores, sino porque las correspondientes a una lluvia con un gran periodo de recurrencia pueden ser ahora producidas con lluvias menores con menores periodos de recurrencia.

Para tener una dimensión del proceso arriba descripto se debe señalar que la deforestación en la provincia de Córdoba entre los años 1998 y 2002 fue de 122.798 hectáreas, lo cual definió una tasa anual de (-2,93 %). Valor que prácticamente triplicó el valor calculado para todo el mundo en el período 1990-2000 que fue de (-0.23).

La convergencia de agentes climáticos e impactos antrópicos que deterioran las condiciones ambientales y degradan los recursos naturales, a través de los desmontes incontrolados, la quema de bosques y pastizales, la falta de planificación de las actividades agrícolas-ganaderas, las obras de infraestructura mal planificadas, la urbanización descontrolada y la especulación inmobiliaria, entre otros factores, son los que se han hecho presentes en las inundaciones registradas en la provincia de Córdoba.

Resulta obvio que para transitar el camino de las soluciones se requiere un enfoque diametralmente opuesto al prevaleciente, que ha alternado entre la falta de planificación y la consideración del río como un organismo independiente y autónomo del medio físico y del medio antrópico por donde pasa.

Se requiere de una aproximación ecosistémica y de un enfoque basado en el manejo integral de cuencas hidrográficas concebidas como sistemas socio-ecológicos y como unidades sistémicas de planificación, de tal forma de unificar bajo una visión sistémica, la planificación y gestión de los recursos naturales; de determinar la disponibilidad, accesibilidad y sostenibilidad de los ecosistemas que constituyen la cuenca para los usos humanos y de definir las estrategias y líneas de acción recomendables sobre el medio natural, la estructura social, económica, institucional y legal de las cuencas y todo debe emerger como fruto de un proceso ampliamente participativo de la población y los usuarios de las Cuencas Hidrográficas; y no de los designios de la tecno-burocracia o la mano invisible del mercado.

Se requiere – en definitiva – superar la cultura productivista que todo lo impregna y evolucionar hacia una sociedad convivencial y sostenible.