EDITORIAL

 

El desarrollo científico mecanicista y las corrientes de pensamiento que se inscriben dentro de una tradición que Donald Worster[1] identifica como “Imperial”, coinciden en sostener la supremacía del hombre sobre la naturaleza, a partir de lo cual se identifican con el mito del Titán Prometeo[2], cuya figura no sólo expresa el deseo de emancipación, grandeza y poder, sino que constituye también un símbolo. No casualmente su imagen es la imagen del sistema capitalista, expresada en la conocida estatua dorada del Rockefeller Center y también era un símbolo en el mundo socialista cuando lucia en el centro de Chernóbil, la ciudad más avanzada de la ex URSS hasta que la trágica explosión del reactor nuclear la transformó en la ciudad fantasma más grande del siglo XX.

 

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La visión prometeica nos condujo a la desmesura (hybris) en nuestras relaciones con la naturaleza. Desmesura que se encuentra en el corazón de la actual crisis socioecológica.

Los seres humanos impulsados por el espíritu prometeico hemos llegado a tener una presencia en la biosfera nunca antes registrada y con un grado de extensión y profundidad – irreversible en muchas esferas – definiendo un salto cuali y cuantitativo desde los problemas ambientales al Cambio Ambiental Global. Este proceso se hace evidente a través de un conjunto de indicadores de degradación y desequilibrio del ambiente natural y social tales como, entre otros: la alteración del sistema climático; el agotamiento de la capa de ozono; la contaminación de la atmosfera; la pérdida de diversidad biológica; la deforestación; los procesos de erosión y desertificación; la acumulación de los residuos; el aumento de la población y de la pobreza.

El cambio ambiental global cual némesis frente a tanta desmesura debería hacernos reflexionar sobre la urgencia y necesidad de recobrar la frónesis[3].

 

[1] Donald Worster – Nature’s Economy (1977)

[2] Entre los personajes de la mitología, ocupa un lugar destacado la figura del Titán Prometeo, que se apodera del fuego, propiedad de Zeus, para entregárselo al hombre.

[3] En la Ética a Nicómaco, de Aristóteles, la frónesis (del griego: Φρόνησις phronesis) es la virtud del pensamiento moral, normalmente traducida como ‘sabiduría práctica’, a veces también como ‘prudencia’ (en cierto sentido se contrapone a la hibris o ‘desmesura’).A diferencia de la sofía, la frónesis es la habilidad para pensar cómo y por qué debemos actuar para cambiar las cosas, especialmente para cambiar nuestras vidas para mejor.