Ir a: La evolución de los paradigmas en las relaciones sociedad-naturaleza

Carlos Merenson

Eco-desarrollo

Conviene aclarar que este paradigma no debe confundirse con la propuesta de “ecodesarrollo” mencionada y descripta en nuestra anterior entrega como un concepto predecesor del desarrollo sostenible.

El “eco-desarrollo” emerge aquí como un paradigma que suma fuerzas positivas de dos mundos: el de la economía y el de la ecología.

Su propuesta es la de alcanzar una coevolución integrada de una civilización consciente y la naturaleza. En esa dirección plantea reemplazar el modelo de economía cerrada por un modelo de economía biofísica abierta que reconozca los flujos de los recursos biofísicos (los ciclos de la energía, materia y los procesos ecológicos) tal como se indica en la siguiente figura elaborada por Colby.

ECONOMIA BIOFISICA

Colby propone acercar los actuales sistemas económicos de producción y consumo al funcionamiento natural de los ciclos que se desarrollan en los ecosistemas, como por ejemplo la transformación de los desechos de un proceso en sustrato para otro u otros procesos.   De este modo, los procesos agropecuarios e industriales, deberían imitar a los procesos de los ecosistemas naturales.

El  eco-desarrollo debería por lo tanto evolucionar hacia una “ecologización de los sistemas sociales”.   En este paradigma se evita ubicar a la humanidad por sobre la naturaleza (como en la economía de fronteras, la protección ambiental o el manejo de recursos), o por debajo de ella, (como en la ecología profunda).

La incertidumbre ecológica debe incorporarse también al análisis y al diseño de los modelos económicos o de planificación.   Las estrategias propias del manejo de recursos, tales como los  “pagos de los polucionadores” implementados a través de permisos negociables de contaminación, no solo crean un mercado para los “malos” sino que crean un derecho a contaminar, que luego de creado será difícil de eliminar.   Dada la extrema incertidumbre que involucra la determinación de los niveles “admisibles” de contaminación, o los stocks mínimos de recursos, es altamente probable que los mismos deban ser cambiados y ello será entonces muy dificultoso debido a esos derechos adquiridos.

Una forma más flexible y socialmente equitativa de alcanzar la sostenibilidad sería la de “ecologizar” los esquemas impositivos, incrementando los impuestos sobre la extracción de recursos y las actividades contaminantes y disminuyendo paralelamente los impuestos y tasas sobre otras actividades que deben ser promovidas, tales como el trabajo, el ahorro y la inversión, el reciclado, la mejora de las eficiencias, la protección de las funciones de los ecosistemas, etc.

El eco-desarrollo debe hacer explícitos simultáneamente los criterios sociales, ecológicos y económicos para el desarrollo y uso de la tecnología y los sistemas productivos (fuentes limpias y renovables de energía, uso racional de energía, agricultura con bajos insumos y manejo integrado de plagas, agroforestería, usos apropiados de la biotecnología).

Reemplazar la lógica actual de producción basada en producir y luego ver cómo es posible remediar los impactos de esa producción por una lógica que plantee producir ecológicamente, conducirá de una manera más natural y directa a alcanzar la sostenibilidad.

La visión positiva del eco-desarrollo propone un desarrollo coevolucionario del hombre y la naturaleza.   La idea de la coevolución se ha originado en el estudio de la evolución de sistemas complejos, con un alto grado de simbiosis o mutua dependencia (tales como los bosques tropicales o los arrecifes de coral).   Su aplicación a la teoría del desarrollo y el manejo ambiental está basada en el reconocimiento de que el hombre y la naturaleza no están en absoluto tan separados como las filosofías occidentales y los enfoques de ejercicio del poder han supuesto tradicionalmente.   De hecho, todas las culturas humanas han estado alterando los ecosistemas por milenios, mientras la naturaleza ha ejercido simultáneamente su presión evolutiva sobre la biología humana y los sistemas sociales.   Sin embargo, en las décadas pasadas los humanos han logrado alterar los ecosistemas en grado tal que, en ese proceso, han comenzado a degradar su propia capacidad de funcionar efectivamente, y es altamente factible que en el futuro próximo el círculo se cierre, conduciendo a una degradación “natural” de la civilización humana.

Basado en lo antes expuesto Colby resume en la siguiente tabla las principales características del paradigma del eco-desarrollo y establece sus diferencias con el “manejo de recursos”.

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Economía ecológica

En alguna medida el ecodesarrollo de Colby puede ser asimilado al concepto de “economía-ecológica” descripto por Herman E. Daly en “Economía Ecológica y Desarrollo Sustentable” [Daly, 1991].

En el documento “Economía y Ecología: Dos ciencias y una responsabilidad frente a la naturaleza” elaborado por la División de Recursos Naturales y Energía de la CEPAL [CEPAL, 1994] se incluye un cuadro tomado de Robert Costanza [Costanza, 1991], en el que se comparan las principales características de la economía y la ecología “convencionales” con la economía ecológica.

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Resulta sin duda esclarecedor transcribir algunos párrafos de Daly recogidos por el documento de CEPAL ya citado [CEPAL, 1994], en los que se define y diferencia a la economía-ecológica.

La visión económica tradicional es aquella según la cual la economía es vista como un sistema aislado….Es un flujo circular de producción-consumo, de valores de cambio de empresas a hogares, de hogares a empresas y así indefinidamente; nada entra al sistema desde el exterior y nada sale del sistema al exterior.   Es un sistema aislado que no tiene ambiente, que no tiene relación con entorno ambiental alguno…   No quiere decir con esto que los economistas se hayan despreocupado totalmente de estos asuntos.   Dentro de la economía hay un campo concerniente a la economía de los recursos naturales que trata del tema del agotamiento.   También existe un subcampo de la economía ambiental que se preocupa de la contaminación.   No hay punto de contacto entre el sistema y su entorno más grande; es un sistema aislado y no tiene entorno ambiental. La visión económica-ecológica considera a la economía como un subsistema abierto dentro de un ecosistema finito y cerrado.   La economía como subsistema abierto significa que tanto la materia como la energía entran en la economía desde el exterior y salen de la economía al exterior.   De modo, pues, que es un subsistema dentro de un ecosistema cerrado y finito.   En un sistema cerrado sólo la energía entra y sale, pero no la materia, ya que ella solamente circula o se recicla al interior del sistema.

La definición de economía ecológica y su relación con la economía, la ecología, la economía de recursos naturales y la economía ambiental, puede comprenderse mejor a través del siguiente gráfico propuesto por Daly, que muestra una matriz de insumo‑producto que separa el ecosistema total en dos sectores, el humano y el no‑humano

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*      El casillero superior izquierdo representa los productos del sector humano que van al sector humano, dominio de la economía tradicional. Dividiendo este casillero en los diversos subsectores de la economía humana, como, por ejemplo, la agricultura (transformadores vivos de materia-energía), industria (transformadores no vivos) y servicios, con una línea para los insumos provenientes del resto del sistema y una columna para el consumo final, tenemos el modelo básico de Leontief sobre las relaciones intersectoriales de la economía humana. Por lo general, este modelo se abstrae de todas las relaciones con el resto de los casilleros del gráfico, ya que considera como insumo primario al trabajo humano y no a los recursos naturales, y como producto final, al consumo doméstico y no a los residuos o desperdicios que retornan al medio ambiente.

*      El casillero inferior derecho del sector no humano al sector no humano corresponde al dominio tradicional de la ecología. Los subsectores podrían clasificarse como transformadores vivos y no vivientes de materia-energia: el primero subdividido, por ejemplo, en plantas, animales y bacterias, y el segundo en hidrosfera, atmósfera y litosfera. Así como los economistas tradicionales han ignorado por lo general a la naturaleza, los ecólogos tradicionales han ignorado igualmente al sector humano.

*      El casillero inferior izquierdo representa los insumos del sector no humano que van al humano, y constituye el dominio de la economía de recursos naturales, que estudia la extracción y agotamiento de los recursos no renovables y el manejo de los recursos renovables. Bajo la fuerte influencia de la economía tradicional, con su endiosamiento del crecimiento económico y el énfasis en la sustituibilidad entre recursos naturales y capital, la economía de recursos naturales ha tendido a impulsar el punto de vista de que los recursos no constituyen realmente una limitación para el crecimiento económico.

*      El casillero superior derecho, del sector humano al no humano, representa el dominio de la economía ambiental, que estudia principalmente la contaminación resultante de la inyección de los desperdicios de la economía en la naturaleza. Una vez más, el punto de vista tradicional ha sido que, aun cuando éste es un asunto mucho más serio que el agotamiento de los recursos, no constituye, sin embargo, un obstáculo fundamental al crecimiento. Se trata, simplemente, de internalizar en los precios los costos externos, a través de impuestos “pigovianos” o de la redefinición de los derechos de propiedad, y todo lo demás quedará igual que antes.

*      Ni la economía de recursos naturales ni la ambiental han tenido mayor influencia sobre la economía tradicional, y ambas subdisciplinas se encuentran en un rango menor dentro del conflictivo orden del prestigio académico. Los que practican estas disciplinas han tratado de aumentar su respetabilidad procurando asumir la economía tradicional, en lugar de desafiarla desde su propia perspectiva. La economía ecológica adopta una postura mucho más desafiante hacia la economía neoclásica tradicional, a la vez que incorpora muchos de sus lineamientos.

*      La economía ecológica toma como dominio la matriz completa, los cuatro casilleros.

Fuente: Herman E. Daly, Economía Ecológica y Desarrollo Sustentable, op.cit.

La economía neoclásica nacida a fines del siglo XIX, tal como lo señala Peter Soderbaum [Soderbaum, 1992], no fue desarrollada para tratar temas ambientales, por lo cual su versión modificada, bajo la forma de “economía ambiental” no resulta la mejor opción para incorporar esta nueva dimensión y a pesar de ello, sigue siendo hasta la fecha, la opción más utilizada por su dominio en todas las decisiones.

Frente a lo expuesto, resulta necesario imaginar una nueva estructura económica que pueda sustentar el progreso indefinidamente, y ello sólo será posible si se tienen en cuenta los principios de la ecología en el diseño de tal estructura.    Debe tenerse en claro sin embargo, que es vital que los principios de la ecología a incluir en esa estructura sean satisfechos en su totalidad.   De lo contrario, se corre el riesgo de no alcanzar la necesaria sostenibilidad.   Dicho de otra forma, resulta necesario imaginar una nueva economía: la Economía Ecológica.

Esta nueva economía surgirá entonces como consecuencia de la evolución de los paradigmas económicos predominantes.   A lo largo del tiempo, la economía clásica desarrollada desde mediados del siglo XVIII comienza a dividirse en tres conflictivas – y en gran medida irreconciliables – ramas hacia fines del siglo XIX.   Esta división se origina en la fragmentación planteada para el tratamiento de los distintos temas que pueblan el universo de la economía.   De esta forma, tres temas básicos tales como la distribución, la asignación de recursos y los factores de escala, dan origen respectivamente a tres diferentes ramas: Neomarxista, que se centra en la “distribución”; la Neoclásica, cuyo tema central resulta la “asignación de recursos” y la Neomalthusiana, que se focaliza los problemas de “escala”.

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La economía ecológica emerge como una nueva síntesis en la que la distribución, la asignación de recursos y la escala; y sus sistemas asociados, los sistemas socio-políticos, los sistemas de mercado y los ecosistemas biofísicos; convergen en un retorno a la economía clásica, enriquecido por la incorporación de lo ambiental.

En “Paramount Positions in Ecological Economics”, Garrett Hardin [Hardin, 1991] presenta las bases de esta nueva economía.

El documento [CEPAL, 1994], resume en una libre traducción e interpretación los principales conceptos del trabajo de Hardin, permitiendo una mejor comprensión de la “economía ecológica” y su base teórica.

Los postulados de Garret Hardin

Hardin, en un ensayo, trata de presentar las posiciones más importantes que sostienen los defensores de la economía ecológica.   Por considerar que ilustran mejor esta teoría se reproducen en forma resumida, en una libre traducción e interpretación, en este recuadro.   Cabe destacar que Hardin utiliza un lenguaje figurado para sustentar sus ideas por lo que en algunos casos se mantiene la versión original en inglés.

*   El mundo disponible para la población humana es limitado: las fronteras no ocupadas ya no existen y la posibilidad de inocular algún distante sistema solar con algún espécimen humano es muy remota y reservada, si fuera posible, solo a algunos.

*   There is no such a thing as a free lunch, o sea no hay nada gratis en la tierra: nada se crea de lo que no existe.

*   La primera ley de ecología humana: we can never do merely one thing o la ley de las consecuencias inesperadas, producto de la intervención del hombre en el ecosistema.

*   La segunda ley de ecología humana: there is no away to throw to….   Es decir que ya no hay “patios de atrás” para tirar la basura o los desechos. En el esquema de propiedad “privada” debe incluirse la basura producida como “privada” … sin embargo esto no figura en los títulos de posesión.

*   La tercera ley de ecología humana: población x impacto per cápita = impacto total de la humanidad en el medio ambiente (la “ecuación del impacto”).   Esto implica tomar el crecimiento poblacional en forma seria.

*   Se pueden compensar los efectos de escala, pero no escapar de ellos.   Hay economías de escala pero también deseconomias de escala (muchos se olvidan de lo segundo).   La tecnología puede compensar pero no siempre.   Existe un concepto que se llama “capacidad de carga”. Se supone que la tecnología permitirá compensar por la reducción de recursos permitiendo un crecimiento ilimitado de la humanidad. Esto es muy relativo si además se acompaña con más consumo per cápita.

*   La capacidad de carga cultural y el nivel (standard) de vida son inversamente proporcionales.   Cuanto más alto el nivel de vida menores son las posibilidades de que muchas personas puedan usufructuarlo. Basta verlo con la energía en calorías consumida per cápita entre diferentes estilos de vida, lo que lleva al siguiente criterio.

*   Lo máximo no es lo óptimo.   La respuesta matemática a lo óptimo tiene muy poco que ver con lo óptimo humano.   Mayor producto bruto interno no significa mayor calidad de vida. Mejorar la calidad de vida es mucho más complejo que eso.

*   The greatest good of the greatest number is nonsense.   No se puede maximizar todo al mismo tiempo puesto que con ello no se maximiza nada. Se debe ser selectivo y eso significa optar a un cuando sea difícil renunciar a algo.

*   Los intentos de crear máquinas absolutamente confiables tienden a ser auto destructivos.   Cuanto más perfecta la máquina más se confía en ellas y más fracasos ocasionan.

*   El mandamiento 11 de la ecología humana You shall not transgress the carrying capacity.   La capacidad de carga excedida es capacidad de carga reducida. Se debe tratar de conciliar los recursos (naturales, tecnológicos, organizacionales y otros) con las demandas.

*   Every shortage of supply is equally a longage of demand.   Shortage existe en el diccionario, longage no existe.   El primero genera oportunidades de mercado, el segundo no.   Los que sugieren reducir el consumo son vistos como miembros marginales de la sociedad: ministros de fe, ecologistas, psiquiatras y biólogos.

Fuente:   Garrett Hardin, “Paramount Positions in Ecological Economics”, publicado en Ecological economics: the science and management of sustainability, editor R. Costanza, Columbia University Press, New York.   Hardin es profesor del Department of Biological Sciences, University of California, Santa Barbara, California, 193106, USA.