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El proceso de ecologización del pensamiento
En “El Pensamiento Ecologizado” (Gazeta de Antropología Nª 12, 1996) Edgard Morin plantea que el proceso de ecologización del pensamiento es el que se desarrolla mediante la reintegración de nuestro ambiente en nuestra consciencia antroposocial y en la complejización de la idea de naturaleza a través de las ideas de ecosistema y de biosfera. El pensamiento ecologizado posee un “aspecto paradigmático”, pues rompe con el paradigma de simplificación y disyunción y requiere un paradigma complejo de la auto-eco-organización. En el ámbito de la antropología, este paradigma rehúye la concepción «extra-viviente» del ser humano y define a éste por su inserción (somos íntegramente seres bio-físicos) a la vez que por su distinción (distanciamiento bio-socio-cultural a través del proceso evolutivo) con respecto a la naturaleza.
En nuestro análisis, partiremos aceptando que el pensamiento ecologizado tiene sus raíces en la crítica naturalista a la destrucción infringida a la naturaleza por la Revolución Industrial, y en la crítica contra los efectos sociales negativos de la industrialización y la colonización. En tanto que su configuración se produce en la década del año 1970
Las Corrientes de pensamiento Naturalista
Esta crítica reconoce tres vertientes: el higienismo; el naturalismo y el preservacionismo.
El Higienismo
El “higienismo” surge ante la preocupación frente a las deterioradas condiciones de vida de los trabajadores y la propagación de enfermedades, particularmente debido a que, obviamente, las epidemias afectaban a todas las clases sociales. El higienismo se manifiesta principalmente a través de una serie de mejoras sanitarias en las primeras ciudades industriales.
Aún antes de la revolución industrial, ya se manifestaban algunas preocupaciones por la pésima calidad ambiental de las grandes ciudades. En la Inglaterra del siglo XVII, en 1661, el escritor y jardinero John Evelyn publica una obra llamada “Fumifugium” subtitulado “La nocividad del aire y el humo de Londres disipada, dedicado a su Sagrada majestad y al parlamento” en el cual propone plantar árboles en las cercanías de Londres para refrescar el aire, mejorar el ambiente nocivo y cargado de contaminación que se respiraba en esa época en la ciudad londinense cuando aún no se había desarrollado siquiera la revolución industrial.
Se puede afirmar que el higienismo emerge a partir del trabajo de Charles Turner Thackrah (médico británico) quien publica en 1831: “Los efectos de los oficios, trabajos y profesiones, y de las situaciones civiles y formas de vida, sobre la salud y la longevidad”.
Resulta también digno de mención el trabajo del médico estadounidense Russell Thacker Trall, que durante la década de 1840, se dedicó a buscar las bases científicas y racionales de los hallazgos y conceptos desarrollados por sus antecesores los doctores Graham y Jennings que en conjunto dan origen al Movimiento de Higiene Natural y Homeopatía.
El Naturalismo
El “naturalismo” fue una corriente de cuño romántico, que se plasma en las primeras asociaciones nacionales e internacionales proteccionistas de la flora y la fauna.
En el siglo XIX, las clases aristocráticas europeas eran portadoras de ideas románticas, nostálgicas de la vida rural, impulsando la creación de reservas naturales, con fines esteticistas de defensa de paisajes amenazados por la industrialización y la preservación de cotos de caza y espacios turísticos. La primera reserva natural creada en el mundo fue en Francia, en 1853-1861, por iniciativa de un grupo de pintores, que protegía 624 hectáreas del bosque de Fontainebleau.
La explotación abusiva de la naturaleza por la incipiente industrialización dio origen al desarrollo de las ciencias naturales. Durante los años 1840-1850 varios centenares de sociedades de historia natural se dedican a la práctica y contemplación del campo, y se legisla para proteger la estética de los paisajes.
Las preocupaciones ambientales que se insinuaban en los países europeos en etapas pre industriales se proyectaron incluso entre algunos pensadores y patriotas americanos. Un destacado ejemplo fue el de Manuel Belgrano que en el “Correo de Comercio” del 9 de junio de 1810 sostenía que:
“Parecieron los bosques como el inmenso mar respecto de la corta población que teníamos …, y … causa el mayor sentimiento al observador, ver tantos árboles muertos … se presiente ya lo detestable que seremos a la generación venidera, si en tiempo no se ponen remedios activos para que los mismos propietarios no abusen de sus derechos pensando sólo en aprovecharse del producto presente … la declamación es contra la general propensión que existe para destruir y la ninguna idea para conservar, reedificar, o aumentar lo que tan prodigiosamente nos presenta la naturaleza”.
El Preservacionismo
El “preservacionismo” proponía el respeto por la forma de vida natural como forma de recuperar la unidad perdida entre humanidad y naturaleza. Este movimiento fue fundado por el naturalista estadounidense John Muir que postulaba que la interferencia humana era esencialmente nociva para el ambiente. Propone un respeto místico por la naturaleza, una apreciación estética y espiritual de la vida salvaje. Su visión sobre las áreas protegidas era la de asegurar una total “intangibilidad” de las mismas.
Es por esos tiempos que en Estados Unidos surge la idea de preservar grandes espacios en su estado original, como paisajes y “santuarios” para la vida animal y vegetal, dejando fuera la presencia humana. En 1864 el gobierno destina con ese fin, el valle del Yosemite y el Mariposa Grove, en California; y en 1872, se crea el primer parque nacional del país y del mundo, el de Yellowstone.
Se debe mencionar aquí que en respuesta al preservacionismo surge en EE.UU. el “conservacionismo”. Los conservacionistas consideraban que los seres humanos podían hacer un uso de los recursos naturales en una forma controlada, equilibrada. Este movimiento fue creado por Gifford Pinchot, ingeniero forestal educado en Alemania, que decía que la conservación debía basarse en el uso de los recursos naturales para beneficio de las generaciones presentes y futuras.
En general se puede decir que fueron los aspectos estéticos los que caracterizaron a la crítica naturista
La Corriente de Pensamiento Ecológico Profunda
Aquí el aspecto central recae en un planteo ético.
Aldo Leopold, un naturalista y pensador estadounidense de gran influencia en el siglo XX, puede ser considerado como uno de los padres de la ecología profunda. Leopold es el autor de «El Almanaque del Condado de Arena», uno de los libros más respetados sobre el ambiente publicado en 1949, después de su muerte. Resulta particularmente importante un capítulo de este libro, y es el que propone “Una Ética para la Tierra”.
¿Puede la naturaleza ser considerada como un sujeto de derecho? Quizá en la respuesta a esta pregunta, más que en ninguna otra, puede encontrarse el camino de aproximación a la Ecología Profunda en tanto ella reivindica el derecho de la Naturaleza como tal y en forma total, incluyendo sus formas animales, vegetales y minerales.
En “Una Ética de la Tierra”, Leopold dice: “Cuando el divino Ulises volvió de las guerras de Troya, mandó ahorcar con una misma cuerda a una docena de esclavas que pertenecían a su familia, porque sospechaba que se habían portado mal en su ausencia. La cuestión de la pertinencia de la horca no se planteaba. Estas jóvenes eran de su propiedad y la libre disposición de una propiedad era entonces, como ahora, una cuestión de conveniencia personal, no de bien y mal. Y sin embargo, los conceptos de bien y mal no estaban de ningún modo ausentes en la Grecia de la Odisea…” “Todavía hoy, no existe una ética que se ocupe de la tierra así como de los animales y las plantas que crecen en ella…La tierra, exactamente como las jóvenes esclavas de la Odisea, se considera todavía como una propiedad…La relación con la tierra es todavía estrictamente económica: comprende privilegios, pero ninguna obligación”.
Leopold induce así a una interesante conclusión: después de haber rechazado la institución de la esclavitud es necesario dar un paso más; considerar a la naturaleza como dotada de un valor intrínseco que impone respeto, invitando en consecuencia a una verdadera “conversión”, a una verdadera “des-construcción” del chovinismo humano, de la concepción antropocentrista por la cual el universo resulta ser el teatro de las acciones del hombre, a manera de la periferia de un centro instaurado como único sujeto de valor y derecho.
Tal como lo afirma Luc Ferry en su trabajo “La Ecología Profunda”: El antiguo Contrato Social de los pensadores políticos debe ceder su lugar a un Contrato Natural en el cual el universo entero se volvería sujeto de derecho.
Para una mayor información se recomienda ir a: LOS APORTES DE LA ECOLOGÍA PROFUNDA A LA ECOLOGÍA POLÍTICA
La Corriente de Pensamiento Ecológico Científica
Charles Darwin revoluciona las ciencias naturales cuando en 1859 publica: “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida” donde postula que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural.
En 1865 el norteamericano George Perkins Marsh publica “Man and Nature”, considerada la primera obra que plantea una concepción global del ambiente.
En 1869, Ernst Heinrich Philipp August Haeckel introdujo el término Ecología (Ökologie) en su trabajo “Morfología General del Organismo”. Se trata de una palabra compuesta por oikos (casa, vivienda, hogar) y logos (estudio o tratado), por ello “Ecología” significa «el estudio de los hogares» y el mejor modo de gestión de ellos.
En 1935, Sir Arthur George Tansley concibió la noción central que distinguió el tipo de objeto de la ecología de los de las otras disciplinas científicas: el “ecosistema” al que definió como:
«El sistema completo,… incluyendo no sólo el complejo de organismos, sino también todo el complejo de factores físicos que forman lo que llamamos ambiente».
Entre 1969 y 1979 James Ephraim Lovelock ideó “La hipótesis de Gaia” que postula que la vida fomenta y mantiene unas condiciones adecuadas para sí misma, afectando al entorno. Nuestro planeta -Gaia – se comporta como un sistema auto-regulado, que siempre tiende al equilibrio.
En conjunto, ellos condujeron a la idea de biosfera.
A medidos de la década de 1950 comienza a difundirse masivamente la ecología como ciencia y esta etapa resulta clave en el futuro desarrollo de la Ecología Política que no puede ser entendida sin comprender a la ecología como disciplina biológica. Aquí resultan clave las figuras de Eugene P. Odum y Ramón Margalef.
La Corriente de Pensamiento Bioeconómica–Económico Ecológica
En la Francia del siglo XVIII, irrumpen los Fisiócratas (Gobierno de la Naturaleza). Para algunos autores, son considerados como antecesores de la actual Economía Ecológica. Entre los fisiócratas se destacan Pierre Samuel du Pont de Nemours; François Quesnay y Anne Robert Jacques Turgot.
François Quesnay desarrolla su “Teoría del Producto Neto” y construye su Tableau Économique (Cuadro Económico) en la que describe un modelo para la economía de las naciones según el cual la sociedad se divide en tres clases: propietarios de la tierra, trabajadores estériles y trabajadores productivos. Este modelo prevé un flujo de mercancías con un esquema basado en la circulación sanguínea. Se trata de un equilibrio económico estacionario, cerrado, en el cual no existe distinción entre factores productivos y bienes producidos.
Naredo señala que el tableau économique de Quesnay ofrece una palpitante actualidad. Si se expresaran en energía los flujos en él representados su coherencia resulta incontestable, colocándose en línea con los trabajos, hoy en boga, que enjuician la gestión de recursos desde una perspectiva energética. Pero Quesnay no pudo expresar en energía su tableau porque en su tiempo no existían los conocimientos necesarios para ello.
Los fisiócratas sostenían que la riqueza (el valor) proviene…de la tierra (o de la productividad de la naturaleza) mientras que la manufactura sólo puede cambiar la forma del valor derivado de la naturaleza, y el comercio sólo puede cambiar su localización y propiedad. Es decir, sólo la tierra puede producir un excedente (Fusfeld, 1978).
Los precursores del pensamiento bioeconómico pueden rastrearse en gran parte en autores que no eran economistas sino físicos, biólogos o químicos, particularmente aquellos que postularon las leyes de la termodinámica tales como:
Nicolas Léonard Sadi Carnot: Pionero en el estudio de la Termodinámica. En 1824 publicó su obra maestra: «Reflexiones sobre la potencia motriz del fuego y sobre las máquinas adecuadas para desarrollar esta potencia», donde expuso las ideas que darían forma al segundo principio de la termodinámica.
Rudolf Julius Emmanuel Clausius: Su teoría mecánica del calor publicado en 1850 estableció por primera vez las ideas básicas de la segunda ley de la termodinámica. En 1865 introdujo el concepto de entropía.
Sergei Podolinsky: Este médico socialista ucraniano se encargó de estudiar la actividad humana como un sistema de conversión energética estudiando los ratios input-output de la agricultura en términos energéticos, en la década de los 80 del siglo XIX.
Patrick Geddes: Urbanista y planificador regional, criticó la contabilidad económica porque no seguía el rastro de las pérdidas energéticas y materiales en el proceso económico ni valoraba la contaminación. También fue uno de los primeros autores que trató de interpretar la historia humana en términos de cambios en el uso de la energía. Geddes compartía con John Ruskin la creencia de que el progreso social y la forma espacial están relacionados. Por tanto, al cambiar la forma espacial se podía cambiar la estructura social. Esto fue especialmente importante a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando la industrialización alteró gravemente las condiciones de vida. Geddes influyó marcadamente sobre su discípulo neoyorkino, Lewis Mumford, quien iba a marcar una línea parecida desde la década de 1920 hasta la de 1980. Mumford centró su discurso en la planificación regional y abogaba por la separación entre tecnologías «democráticas», que son aquellas que están acorde con la naturaleza humana, y tecnologías «autoritarias», las que son tecnologías en pugna, a veces violenta, contra los valores humanos. Por lo que sostiene la búsqueda una tecnología elaborada sobre los patrones de la vida humana y una economía biotécnica.
William Stanley Jevons: Publicó en 1865 “La cuestión del carbón” donde llegaba a la conclusión de que «en la medida que nuestra riqueza y progreso se construyan sobre una mayor demanda de carbón no sólo será preciso que cesemos de progresar sino que estaremos obligados a iniciar un proceso de regresión».
Frederick Soddy: Premio Nobel, químico, sostenía que las deudas podían aumentar exponencialmente, por lo menos durante un tiempo, mientras la economía física, la verdadera riqueza, decae entrópicamente. Su idea principal era que los economistas estaban confundiendo el capital real con el capital financiero y criticó las teorías imperantes sobre el crecimiento económico. En “Riqueza, Riqueza Virtual y Deuda” (1926) afirmaba que el crecimiento de la producción y el del consumo implican a la vez el crecimiento de la extracción y destrucción final de los combustibles fósiles. La contabilidad económica es por tanto falsa porque confunde el agotamiento de recursos y el aumento de entropía con la creación de riqueza…el crecimiento económico…está falsamente medido porque se basa en recursos agotables infravalorados y en una contaminación a la que no se da valor económico.
Otto Neurath: La polémica entre Otto Neurath de un lado, y von Mises y Hayek de otro acerca del cálculo económico en una economía socialista en los años 1920 fue en el fondo una discusión acerca de la insuficiencia de los precios de mercado para señalar la escasez intergeneracional de materiales y energía.
Karl Polanyi: En “La Gran Transformación: Crítica del Liberalismo Económico” de 1944 considera que el mercado capitalista, al imponer su lógica, aniquila la naturaleza, pues la convierte en mercancía. El homo oeconomicus es producto del capitalismo y mediante la lógica de mercado subordina lo social, destruye las comunidades indígenas y las formas de vivir comunitarias, e impone la pobreza y el desarraigo en aras de la obtención del máximo beneficio.
Kenneth E. Boulding: En 1966, publica su tesis anticrecimiento en el artículo “La Economía de la Futura Nave Espacial Tierra” en el que propone sustituir la economía actual de cow boy por una economía de recinto cerrado, adecuada al “Navío espacial Tierra” que dispone de recursos limitados, y de espacios finitos para la contaminación y el vertido de desechos.
Nicholas Georgescu-Roegen: “El erudito entre los eruditos, el economista entre los economistas” (Paul Samuelson). Su maestro fue Joseph Alois Schumpeter, cuyo principal aporte es la concepción cíclica e irregular del crecimiento económico. Influyeron sobre sus trabajos: Alfred James Lotka[1] y Vladimir Vernadsky[2] En 1971, G-R publica una de sus obras fundamentales: “The entropy law and the economic process”. Se lo considera como el fundador de una nueva corriente de pensamiento en el campo económico: La Bioeconomía. En 1971, Barry COMMONER publica “El Círculo se Cierra” (The Closing Circle) que plantea los efectos de la industrialización y la tecnología en la crisis ambiental y la calidad de vida humana, en el que presenta las cuatro leyes de la ecología definidas junto con Georgescu-Roegen.
- Todo está relacionado con todo lo demás
- Todas las cosas han de ir a parar a alguna parte
- La naturaleza es la más sabia
- En todos los procesos dentro de la biosfera, al final tendremos un déficit en términos de materia y energía
Herman E. Daly: En la década del año 1970 desarrolla el concepto sobre la economía en estado estacionario, definido por la combinación del equilibrio biofísico y el crecimiento moral, que se alcanzaría a través de mantener un acervo constante de riqueza física y un acervo constante de personas, con una baja tasa de sustitución de estos elementos (tanto en términos de materia como de energía).
Jacques Grinevald: Introdujo en los años 1970 la denominación «Revolución Termo-Industrial» para la Revolución Industrial de los libros de texto, remitiendo así a Sadi Carnot y al poder motriz de la combustión de carbón en la máquina de vapor. En 1979 con Ivo Rens, publicó una introducción y selección de textos de Georgescu-Roegen con el título Démain la Décroissance que ahora se llama La Décroissance. Ese es el origen del uso actual de esta palabra.
Corresponde también mencionar a: Enzo Tiezzi y Giorgio Nebbia (Italia); José Manuel Naredo y Joan Martínez Alier (España) y la llamada «escuela de Entropía» con Tamanoi y Tsuchida (Japón).
Las Corrientes de Pensamiento Político Activistas
Fue con la obra de Rachel Carson, a partir de 1960, que el incipiente ecologismo opera un cambio profundo para centrarse en el entorno humano con un tema nuevo: la supervivencia de la especie humana. A diferencia del movimiento conservacionista, el término “supervivencia” introduce el sentido de sentimiento de crisis, urgencia y concepción del ser humano en la biosfera. Emerge la noción de catástrofe ecológica en el seno de la contra-cultura que critica el crecimiento económico, la sociedad de consumo y anuncia una crisis de civilización.
Su libro «Primavera Silenciosa” publicado en 1962 encendió la chispa del activismo ambiental.
Worster afirma que, en el uso de los pesticidas, Carson descubrió, un arma más sutil, pero igualmente devastadora: “Junto con la posibilidad de la extinción de la humanidad por la guerra nuclear, el problema central de nuestra era ha pasado a ser… la contaminación del ambiente total del hombre con tales sustancias de tan increíble potencial dañino –substancias que se acumulan en los tejidos de plantas y animales, e incluso penetran en las células germinales para sacudir o alterar el material hereditario mismo del que depende la conformación del futuro”.
La obra de Carson impulsó un vertiginoso crecimiento de las denominadas Organizaciones No Gubernamentales (ONG´s), proceso que se vio favorecido por la aparición de nuevos y complejos problemas de naturaleza ambiental; la inercia burocrática y lenta capacidad de reacción de las autoridades gubernamentales; la planificación estatal de corto plazo o la total falta de planificación y la falta de capacidad o voluntad de los gobiernos por resolver los temas ambientales.
En 1969, se crea en EE.UU. la primera organización ambientalista contestataria: Friends of the Earth, a partir de la escisión de una parte del Sierra Club, debida a la negativa de la mayoría de éste a estar decididamente en contra de las centrales nucleares. Este hecho fue significativo, pues marcó un punto de ruptura entre el viejo conservacionismo y el nuevo ecologismo.
1968 marca un punto de inflexión en la lucha social y ecologista. En diferentes partes del planeta, las revueltas juveniles hacen converger movimientos ambientalistas, pacifistas, feministas, culturales, libertarios o autonomistas en contra de la cultura del progreso ilimitado, consumista, jerárquico y patriarcal, entre ellos resulta emblemático el “Mayo Francés”. Mientras surge la represión, especialmente sangrienta en México o Praga, y mientras el movimiento obrero desconoce estas revueltas, esta “revolución mundial” marca una ruptura profunda con los movimientos de viejas izquierdas y el surgimiento de nuevas aspiraciones transformadoras.
Un rasgo distintivo en esta época fue el descubrimiento de la finitud y vulnerabilidad de la naturaleza que comenzó a imponerse sobre la vieja retórica de conquista y poder. Con esta visión comienza también a esbozarse la idea de la necesidad de un cambio revolucionario.
Vale como ejemplo lo expresado en 1970 por Michael Mc Closkey, director ejecutivo del Sierra Club: “Se necesita realmente una revolución –en nuestros valores, perspectivas y organización económica, puesto que la crisis surge de un legado de premisas técnicas y económicas que han sido atendidas en ausencia de un conocimiento ecológico. Aquella otra revolución, la industrial que se está tornando en amarga, necesita ser reemplazada por una revolución de nuevas actitudes respecto al crecimiento, los bienes, el espacio y los seres vivientes.”
Por esos años, las posiciones ecologistas van ganado adeptos en las clases medias de los países desarrollados, fundamentalmente en EE.UU. e Inglaterra lo cual despierta resquemores, desconfianzas e indignación, por quienes en el resto del mundo aspiraban a convertirse en clases medias. Al respecto, Donald Worster señala que comenzaban a generarse interrogantes tales como si: ¿Es el mensaje de la ecología un sermón sobre las virtudes de la pobreza, a ser atendido únicamente por los que aún son desposeídos? ¿Pueden los ambientalistas de clase media llevar a cabo una revolución contra su propio interés económico, o en realidad pretenden llevar a cabo reformas liberales, pragmáticas, que dejarán intacta la base de la cultura burguesa? ¿Es posible, después de todo, abandonar la Revolución Industrial doscientos años después del descubrimiento de la máquina de vapor, o nos ha conducido la cadena de acontecimientos a una tecnología capaz de impulsarse a sí misma? ¿En qué consistiría un orden social alternativo fundado sobre la ciencia de la ecología–y, aceptaría realmente la clase media un mundo como ése? Y, quizás más significativamente aún: ¿desearían vivir en ese mundo los billones de personas que hoy viven en condiciones de escasez absoluta o relativa?
En 1971 un grupo de activistas antinucleares canadienses, formaron una organización previa conocida como “Don’t make a wave Committee» (Comité «No provoquen un maremoto») como acción militante de protesta por las pruebas nucleares que hacen los Estados Unidos en un archipiélago de Alaska. Fletan un barco, y lanzan un lema propio: «Queremos paz, y queremos que sea verde», idea que dará nombre al nuevo grupo ecologista militante que se fundara oficialmente poco tiempo después: Greenpeace.
En enero de 1972 en una edición especial de The Ecologist se publica por primera vez “Blueprint for Survival” (Proyecto para la supervivencia) también conocido como “Manifiesto para la Supervivencia”, que fue un texto ecologista de gran influencia para su época y más tarde se edito en forma de libro, llegando a vender más de 750.000 copias.
El Plan fue firmado por más de treinta de los principales científicos de la época y fue escrito, entre otros por: Edward Goldsmith y Robert Allen. En el manifiesto se abogaba por una radical restructuración de la sociedad a fin de evitar lo que los autores denominaban: la ruptura de la sociedad y la alteración irreversible de los sistemas de soporte de vida en este planeta.
1972 es el año de la irrupción de los Partidos Verdes.
A nivel Latinoamericano resulta importante destacar la lucha de Francisco Alves Mendes Filho – Chico Mendes. Recolector de caucho, sindicalista y activista ambiental brasileño. Luchó contra la extracción de madera y la expansión de los pastizales sobre el Amazonas. Fundó Consejo Nacional de los Recolectores de Caucho en un intento por preservar sus trabajos y la selva tropical al mismo tiempo. Impulsó la creación de Reservas Extractivas para los recolectores y la Alianza de los Pueblos de la Selva. Fue asesinado el 22 de diciembre de 1988, en Xapuri.
También resulta importante mencionar el mensaje del General Júan Domingo Perón a la IV Conferencia de Países No Alineados realizada en 1973 en Argelia sobre el que nos detendremos más adelante.
En resumen, las corrientes de pensamiento que prefiguraron a la Ecología Política fueron las siguientes:
Además de mencionar las diferentes corrientes de pensamiento que influyeron en el proceso de configuración de la ecología política, conviene también detenernos para mencionar una serie de hechos que impactaron en la opinión pública y contribuyeron al desarrollo del pensamiento ecologizado, como así también resulta interesante aquí mencionar la forma en la que este proceso se iba reflejando en materia de negociaciones internacionales en el seno de la Organización de las Naciones Unidas.
Hechos que impactaron a la opinión pública
En “Transformaciones de la Tierra”, publicado en 2008, Donald Worster postula que el 16 de julio de 1945, en el desierto de las afueras de Alamogordo Nuevo México, cuando una brillante bola de fuego y una enorme nube de gases radioactivos en forma de hongo se dibujaron en el cielo se inició una nueva era histórica: la “Era de la Ecología”.
Resultan hechos importantes la reacción frente a las numerosas pruebas nucleares durante la “Guerra Fría” y una serie de catástrofes ecológicas ampliamente difundidas por los nuevos medios de comunicación, tales como el naufragio del Torrey Canyon – el primer superpetrolero – en Inglaterra en marzo de 1967, la marea negra de Santa Barbara en California en enero de 1969, la enfermedad de Minamata (contaminación con mercurio en Japón) y los choques de grandes petroleros de octubre de 1973.
Fuerte impacto tuvieron por su parte los grandes accidentes vinculados a la cuestión ambiental tales como el ocurrido en julio de 1976, cuando se produjo un accidente industrial en Séveso, a 25 km de Milán, liberándose la dioxina TCDD que llega a zonas densamente pobladas; o en diciembre de 1984, en la región de Bhopal (India) cuando se produjo una fuga de 42 tn de isocianato de metilo en una fábrica de pesticidas de la Union Carbide. La nube tóxica causó la muerte de 8000 personas en la primer semana y al menos otras 12.000 fallecieron posteriormente. Afecto a unas 600.000 personas.
El hundimiento en 1985 por los servicios secretos franceses del barco de Greenpeace, el Rainbow Warrior, conmociona fuertemente al mundo, y al ambientalista en particular.
En abril de 1986, ocurre la catástrofe de Chernóbil que marca también profundamente las mentes y refuerza aún más el imaginario colectivo ecologista, al evidenciar la globalización y la ausencia de fronteras para los problemas ecológicos y sus repercusiones sociales.
En marzo de 1989, se produce el desastre del Exxon Valdez en Alaska. El petrolero encalla y derrama 37.000 tn de hidrocarburos. Los millones de litros derramados generaron una marea negra que afecto a más de 2000 km de costa.
La cuestión ambiental y las Naciones Unidas
Durante las décadas de los años 1960 y 1970, como reflejo de las crecientes inquietudes y preocupaciones por el deterioro ambiental, la comunidad internacional comienza un proceso de debate en el seno de la organización de las Naciones Unidas.
En diciembre de 1968, cuatro años antes de la publicación del Informe Meadows, en su 23° período de sesiones, la Asamblea General de la ONU aprobó la Res. 2398 por la cual se decidió convocar una Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano advirtiendo sobre: “…el deterioro constante y acelerado de la calidad del medio humano”. La conferencia se celebró en Estocolmo en junio de 1972 y una de sus consecuencias fue la creación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) creado mediante la Resolución 2997 (XXVII) adoptada por la Asamblea General de la ONU el 15.XII.1972. Se trata de un organismo dirigido por un Consejo de Administración — compuesto por 58 Estados, un secretariado y el Director Ejecutivo —, cuyo cometido es orientar y actuar como instrumento catalizador para el desarrollo de programas de cooperación internacional en materia ambiental.
Por primera vez Maurice Strong, el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en la primera reunión del consejo de administración de este programa, celebrada en junio de 1973 expone la idea del “eco-desarrollo”, idea precursora del desarrollo sostenible.
La elaboración y difusión internacional del concepto de “eco-desarrollo” corresponde entre otros al autor francés Ignacy Sachs. Según Sachs, se trataría de un desarrollo caracterizado por: una civilización del ser basada en el reparto equitativo del tener; la aceptación voluntaria de las limitaciones ecológicas; y la búsqueda de la eficacia económica. Un desarrollo socialmente justo, ecológicamente compatible y económicamente viable.
En 1983 se crea en el ámbito de la ONU, la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CMMAD) con el objetivo de informar sobre: el medio ambiente y la problemática mundial hasta el año 2000 y más adelante. Esta comisión fue presidida por Gro Harlem Brundtland, política noruega que ocupó el cargo de primera ministra de Noruega en tres ocasiones.
En 1987, la Comisión Brundtland presentó su informe, basado en un estudio de cuatro años postulando que el desarrollo sostenible: “…implica satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones para atender sus propias necesidades, debe volverse un principio central de las Naciones Unidas, Gobiernos e instituciones privadas, organizaciones y empresas” (Segundo Párrafo del Informe Brundtland).
En diciembre de 1988, influida por el Informe Brundtland, la Asamblea General de la ONU convocó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Conferencia de Río o Cumbre de la Tierra) con el objetivo de: “…elaborar estrategias y medidas para detener o invertir los efectos de la degradación del medio ambiente”.
Se identificaban nueve áreas: “…de mayor importancia para mantener la calidad del medio ambiente de la Tierra y, sobre todo, para lograr un desarrollo sostenible y ambientalmente racional en todos los países”.
En junio de 1992 se realiza en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) durante la cual se aprueba un declaración (Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo); un programa (Agenda XXI); dos acuerdos internacionales (Convenio sobre la Diversidad Biológica y Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático) y se sientan las bases para la firma de un tercer acuerdo (Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación en los países afectados por Sequía grave o desertificación, en particular en África). Desde el punto de vista institucional y como resultado de la Cumbre de Río, se crea la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (CDS) integrada por representantes de 53 gobiernos elegidos entre Estados Miembros de las Naciones Unidas sobre la base de una representación geográfica equitativa.
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NOTAS:
[1] Matemático y teórico americano de la ecología (1880-1949), fue pionero en el enfoque biofísico de la economía y es padre de los conceptos ‘endosomático’ y ‘exosomático’.
[2] Minerólogo y geoquímico ruso-ucraniano (1863-1945) elaboró el concepto de ‘noósfera’.