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“¿El ser humano es el cáncer de la biosfera? No.
La economía capitalista –y particularmente el capitalismo financiarizado– es el cáncer de la biosfera”.
Jorge Riechmann
No se pretende en este capítulo contar con un pormenorizado análisis crítico sobre el capitalismo, tema sobre el cual existe abundante bibliografía. Aquí solamente destacaremos alguno de sus rasgos, que se irán completando con las descripciones que se incluirán en él presente eje temático dedicado a la descripción analítica de la sociedad.
Fritjof Capra en “El Punto Crucial – Ciencia, sociedad y cultura naciente” afirma que: “Las teorías esenciales de la visión del mundo y el sistema de valores que están en la base de nuestra cultura…se formularon en los siglos XVI y XVII. Entre 1500 y 1700 se produjo un cambio radical en la mentalidad de las personas y en la idea que éstas tenían acerca de las cosas… [que] dieron a nuestra civilización occidental los rasgos que caracterizan la era moderna y se convirtieron en las bases del paradigma que ha dominado nuestra cultura durante los últimos trescientos años”
La fase mercantilista que precede a la revolución industrial se desarrolló entre los siglos XVI y XVIII. Para Fernand Braudel el capitalismo es una “civilización” con raíces antiguas, originado en las grandes ciudades-estados comerciantes: Venecia, Amberes; Génova, Ámsterdam. Werner Sombart señala la emergencia de la civilización burguesa y del espíritu de empresa en el siglo XIV, en Florencia.
El “capitalismo comercial” impulsó la gran transformación industrial, que sobrevino en la segunda mitad del siglo XVII y que conocemos con el nombre de «Revolución Industrial». Ésta surgió en Inglaterra que se enriqueció mediante el comercio marítimo. El capitalismo comercial dominó a la incipiente industria urbana y los artesanos, que antes eran independientes, se transformaron en asalariados. La concentración obrera e industrial, condición necesaria de la gran industria capitalista, se transformó en un fenómeno general gracias al triunfo del “maquinismo” que emerge con las máquinas que empezaron a instalarse por primera vez para el torcido de la seda desde la primera mitad del siglo XVIII.
Fue la nueva industria del algodón donde el maquinismo se desarrolló más intensamente durante el siglo XVIII. Las invenciones técnicas aparecieron primero en Inglaterra, en donde esta industria fue implantada antes que en ninguna otra parte. La primera invención fue la lanzadera volante de Kay (1733), que hacía el tejido más rápido.
De la Revolución Industrial a los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial (1800-1950) se extiende una fase de la mundialización capitalista fundada en el contraste entre centros industrializados y periferias a las que se les niega la posibilidad de la industrialización.
A esta fase se la conoce como “imperialismo” y sus rasgos son:
- Elevada concentración de la producción y del capital (monopolios)
- Fusión del capital bancario con el industrial
- Exportación de capital
- Formación de asociaciones internacionales monopolistas
- Reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes
En 1917 emerge un nuevo sistema opuesto al Capitalismo: el Comunismo.
Entre 1917 y 1989 ambos sistemas – comunista y capitalista – disputan la hegemonía a nivel mundial. Con el fin de la Guerra Fría, cuando se produce la autodisolución de la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991, o mejor, con la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 se inicia una nueva etapa: la globalización, cuyas principales características son:
- La formación de macromercados transestatales
- Regionalizaciones fronterizas de consumo
- Cadenas productivas transnacionales
- Cambios de “estilo de vida”
- Cambios culturales
Una Consecuencia directa de este nuevo escenario y sus cambios económicos y políticos: la libre circulación de personas, mercaderías y capitales – como nunca antes en la Historia de la Humanidad – y la intensificación del Comercio Internacional hasta niveles nunca antes conocidos.
El tablero bidimensional clásico de las ideologías políticas pareció inclinarse definitivamente hacia la derecha, instaurándose la “democracia liberal” como el sistema hegemónico.
Emerge así un Neocapitalismo que se caracteriza por la “globalización económica” sustentada en cuatro pilares:
- Ideológico: el Mercado
- La marca: Neoliberal
- Base teórica: Monetarismo
- El slogan: La esperanza del acceso colectivo a la aldea global de la prosperidad y el bienestar
Lo cierto es que, tras la Caída del Muro de Berlín, – como lo propone Francisco Puche – se abrió una inédita etapa para el capitalismo. Un laboratorio en el cual se podían experimentar los supuestos e hipótesis de un modelo basado en el «libre» mercado, el Estado mínimo y el equilibrio general procurado por una «mano invisible» que, guiados por el afán individual de maximizarlo todo (los beneficios, las utilidades, la producción…) iba a procurar el bienestar general y universal. Pero dejado a sus anchas, el “libre” mercado lo que ha demostrado es que suma tres efectos letales:
- Efecto TÁNATOS
En la teoría psicoanalítica es la «pulsión de muerte» identificada por Sigmund Freud.
El capitalismo se ha mostrado como incompatible con la vida tal como la conocemos: su crecimiento exponencial, a interés compuesto, en un mundo limitado, socava los fundamentos ecosistémicos en los que se sustenta la especie humana: CRISIS AMBIENTAL.
En realidad, la actual, según Lipietz (2012), es la “SEGUNDA” CRISIS ECOLÓGICA MUNDIAL, después de una primera que sitúa durante la Gran Peste del siglo XIV. Según el teórico francés, la crisis ecológica actual se diferencia profundamente de la crisis “exógena” de la Gran Peste por ser el resultado de la dinámica social e histórica del propio modelo de desarrollo: el propio liberal-productivismo ha generado la tensión actual entre Humanidad y Naturaleza. De tal forma que la “segunda” crisis ecológica, esta vez “endógena”. Se trata de una crisis de escasez: escasez de materias primas, energía, tierras y espacio para mantener el ritmo de la economía actual, y aún menos extenderlo a todos los países del Sur y dejarlo en herencia a las generaciones futuras.
- Efecto MATEO
El efecto Mateo es la denominación sociológica de un fenómeno de acumulación de bienes, riqueza o fama, simplificado por la frase «el rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre».
El capitalismo exacerba las desigualdades de partida, condenando a la inmensa mayoría a la miseria material, cultural y moral: CRISIS SOCIAL.
El sistema ha conducido al abandono de la mitad de los niños que hoy habitan el mundo, en la pobreza y el hambre.
- Efecto ESCORPIÓN SUICIDA
Es autodestructivo, porque se realimenta exponencialmente a sí mismo con la ponzoña del beneficio hasta dosis mortales: CRISIS ECONÓMICA.
Vivimos una época de transición caracterizada por la madurez de las condiciones objetivas para un cambio de sistema (crisis sistémica del capitalismo) y la inmadurez de las condiciones subjetivas necesarias para concretar el cambio (nivel de conciencia social).
Víctor Toledo caracteriza nuestra época de la siguiente manera: “Estamos en un fin de época entrando a la fase terminal de la civilización industrial… Dos fenómenos encabezaban esta crisis de civilización: el calentamiento global y el fin de la era del petróleo. Ahora debemos agregar la crisis provocada…por la voracidad insaciable del capital”
En “Crisis: orígenes y alternativas desde la ecología política” Florent Marcellesi afirma que: “…estamos viviendo una época de crisis múltiples que se superponen las unas a las otras y se refuerzan mutuamente. Hasta tal punto que hablamos de una crisis sistémica, es decir que afecta al conjunto del sistema socio-económico vigente, e incluso una crisis de valores y de civilización”.
En “La salida del capitalismo ya ha empezado”, André GORZ anunciaba que el cambio radical tecno-científico ha introducido una ruptura en el desarrollo del capitalismo y ha arruinado la base de su poder y su capacidad para reproducirse, por lo que el capitalismo ha alcanzado límites que es incapaz de superar. La informatización y la robotización han permitido un monumental aumento de la productividad que ha llevado a una paradoja: cuanto más aumenta la productividad, más tiene que aumentar ésta para evitar que el volumen de beneficio disminuya.
La carrera hacia la productividad tiende a acelerarse, los recursos humanos a reducirse, la presión sobre el personal a endurecerse, el nivel y la masa salarial a disminuir. El sistema evoluciona hacia un límite interno donde la producción y la inversión en la producción dejan de ser lo suficiente rentables.
El economista J. K. GALBRAITH decía que “entre los muchos modelos de lo que debería ser una buena sociedad, nadie ha propuesto jamás la rueda de la ardilla”. Sin embargo, nos encontramos con que, aunque nadie lo haya propuesto, este absurdo parece haberse impuesto: en el capitalismo cada uno trata de imponerse a la competencia aumentando su productividad para no perder mercado pero, al encontrarse todos en la misma carrera, no llega nunca el momento en que pueda detenerse conduciendo a la dilapidación de recursos.
El ecologismo considera que el sistema capitalista es incapaz de detenerse e incluso es incapaz de ralentizar su marcha. El capitalismo es un sistema preso de su propio impulso.
Tal como lo señala Gorz, la civilización capitalista va inexorablemente hacia su hundimiento; ya no hay necesidad de una clase revolucionaria que derrote el capitalismo, el mismo cava su propia fosa y la de la civilización industrial en su conjunto.
Serge Latouche menciona que: “Si no insistimos en la crítica específica del capitalismo es porque nos parece volver a inventar la pólvora. En lo esencial esta crítica fue formulada, bien formulada, por Karl Marx. Sin embargo, no es suficiente cuestionar el capitalismo, sino también toda la sociedad de crecimiento. Y ahí vemos un vacío en el análisis de Marx. (…) Capitalismo más o menos liberal o socialismo productivista son dos variantes de un mismo proyecto de sociedad de crecimiento. (…) A falta de integrar las obligaciones ecológicas, la crítica marxista de la modernidad sigue siendo de una terrible ambigüedad”
Es aquí donde la ecología política centra el análisis en la super-ideología del sistema: el productivismo (industrialismo para otros autores) tema sobre lo cual ya nos hemos referido en el Capítulo 4 de este curso introductorio.
En el siguiente capítulo pasaremos a la descripción del sistema energético.