Manuel Ludueña

 

El Niño

El Niño es un fenómeno meteorológico por el cual se calientan las aguas del Pacífico ecuatoriano, debido a que se debilitan los vientos que normalmente empujan las aguas cálidas hacia el oeste. Como consecuencia se desata una reacción en la atmósfera que cubre la zona; ocurre cada dos a siete años, en promedio. El término también se refiere comúnmente a los reordenamientos atmosféricos que se producen con el calentamiento oceánico. Durante un evento de El Niño, las temperaturas superficiales del mar a través de una extensión de agua a menudo tan grande como los Estados Unidos pueden calentar por 0,5 ºC o más durante un período de entre unos pocos meses a un año o dos[1].

En 1997/98 se registraron: inundaciones, incendios, sequías y otros cambios produjeron la muerte de al menos 30.000 personas y causaron 100 mil millones de dólares en pérdidas. El Niño de 1918-19 fue aún más cruento: sumió a India en una tremenda sequía y probablemente facilitó la dispersión de la pandemia global de gripe (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica[2]).

«Deben esperarse disrupciones severas, sequías e inundaciones extendidas«, dijo Keven Trenberth, científico del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica en Boulder, Colorado[3]. En principio, con suficiente organización, El Niño puede ser contenido hasta cierto punto y es posible prepararse para sus consecuencias, pero «si no se presta atención y no se investiga, se puede disparar cualquier tipo de caos«.

Regiones costeras desde Alaska al noroeste del Pacífico, al igual que Japón, Corea y China, seguramente tendrán inviernos más cálidos. En tanto, la parte del sur de Estados Unidos, partes de África y los países occidentales de América del Sur recibirán más lluvias; condiciones de sequía prevalecerán a lo largo de buena parte de las regiones del Pacífico en ese continente, así como en partes de Brasil.

Plantaciones de café de Vietnam, del sur de Sumatra y de Java, así como las de cacao, seguramente se verán muy afectadas por El Niño. Los incendios producidos en los bosques tropicales de Sumatra, Borneo y Nueva Guinea, generados para «limpiar» la tierra, perjudican la calidad del aire en Singapur hasta niveles insalubres que afectan a millones de personas; la falta de lluvias, provocadas por El Niño, empeoró la situación.

El fenómeno El Niño no solo tiene consecuencias negativas. Algunos cultivos sufrirán debido al exceso de lluvias mientras que en otras regiones permanecerán temperaturas elevadas y sequías. Uno de los aspectos que se pueden considerar positivo de El Niño es que en general se producen menos ciclones tropicales, el tipo de tormentas que incluyen huracanes y tifones. También en el Océano Atlántico se verán menos sistemas tropicales debido a este fenómeno.

El Niño en la Cuenca del Plata

En noviembre de 2015 se preveía que sería uno de los tres «Niños» más intensos desde que comenzó a controlarse el fenómeno en 1950 (Organización Meteorológica Mundial) y podrían continuar hasta el primer trimestre de 2016[4]. En la región pampeana y en el Litoral esta tendencia genera el riesgo de lluvias intensas. Los efectos que generaron los eventos de 1982/83 y 1997/98 de El Niño se previeron, recientemente, como de una magnitud similar a los que acontecen en  2015-2016 (Bolsa de Cereales de Buenos Aires; septiembre de 2015[5]). Asimismo, el Servicio Meteorológico Nacional alertó sobre las amenazas de este escenario climático, que continuaría durante el verano. “Las condiciones actuales son de un Niño fuerte. De acuerdo a la magnitud prevista se estaría entre los cuatro “niños” más fuertes de los últimos 50 años”; en el Informe de diciembre de 2015[6]  puntualiza que:

-Las condiciones actuales son de un Niño fuerte. Hay una probabilidad cercana al 100% de que esta fase cálida continúe hasta el otoño 2016.

-De acuerdo a la magnitud ya observada y prevista estamos entre los 4 Niños más fuertes de los últimos 50 años.

-En el trimestre estival (diciembre-febrero) de años Niños se favorecen lluvias por sobre lo normal en el Litoral, parte de la región Pampeana y noreste de la Patagonia.

EL NIÑO

 

Las lluvias e inundaciones causadas por el fenómeno de El Niño dejaron recientemente a más de 170 mil evacuados en Paraguay, Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay, como consecuencia de la crecida de ríos limítrofes e interiores, lo que mantiene en alerta a las autoridades. Situación que evidencia que no se actuó de acuerdo con las previsiones y expectativas del Secretario General de la OMM que declaró, refiriéndose al fenómeno de El Niño que “Este año estamos mejor preparados que nunca. Los países más afectados, basándose en las advertencias de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales, están planificando la preparación para El Niño y sus consecuencias en sectores como la agricultura, la pesca, los recursos hídricos y la salud, y están poniendo en marcha campañas de gestión de desastres para salvar vidas y reducir al mínimo los daños económicos y las perturbaciones[7].

El informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires[8] indica que “El verano de 2016 continuará experimentando los efectos del desarrollo de El Niño, aunque, por tratarse de un episodio temprano, cabe esperar que su proceso de disipación comience en forma adelantada, haciendo que la actividad meteorológica disminuya gradualmente su intensidad. Gran parte de Bolivia, la mayor parte de Paraguay, el norte del NOA, la región del Chaco, la Mesopotamia, el norte de la región Pampeana, el este de Cuyo, el sur del área agrícola de Chile y gran parte del Brasil registrarán fuertes focos de tormentas, con aguaceros torrenciales, granizo y vientos, los cuales se alternarán con áreas con escasa actividad”.

PERSPÉCTIVA CLIMÁTICA

 

En el estudio “El Cambio Climático en el Río de la Plata[9], refiriéndose a la Cuenca del Plata, señala que la cuenca tiene diferentes características: mientras que en la región del Alto Paraná y el Pantanal es muy marcado con la estación lluviosa durante el verano, en las cuencas del Iguazú, Paraguay Inferior y Paraná Medio está menos definido. Surgen, no obstante,  ciertas anomalías extraordinarias tan importantes que minimizan el posible impacto del manejo antrópico de las aguas en las represas aguas arriba. En las anomalías que fueron simultáneas con los eventos El Niño de 1904-05, 1982-83, 1991-92 y 1997-98, la temperatura de la superficie del la región del Océano Pacífico ecuatorial permaneció por encima de 0,5° C hasta mayo. Durante tres eventos El Niño del siglo XX en los cuales las anomalías persistieron hasta el otoño (1925-26, 1929-30 y 1986-87) también se registraron importantes anomalías en el caudal en Corrientes, en especial en la sección media del Alto Paraná, donde es evidente la gran vulnerabilidad de la región a inundaciones debido al impacto amplificado en los caudales de las tendencias de la precipitación.

El Niño y el Cambio Climático

El Niño es un fenómeno de variabilidad climática que se presenta con cierta frecuencia y genera un comportamiento anormal del clima, es un fenómeno temporal y transitorio, diferenciándose del cambio climático, el cual denota un proceso que no es temporal y que puede verificarse en el tiempo revisando datos climáticos (ej. la temperatura)[10]. Sin embargo,  modelos publicados en la revista Nature de enero 2014 indican que el calentamiento global no mitigado afectaría particularmente las aguas superficiales del Pacífico Oriental ecuatorial y duplicaría la ocurrencia de Los Niños extremos[11]. Asimismo, en otro artículo de 2015 “ENOS y el calentamiento de efecto invernadero”, se señala que los eventos climáticos catastróficos relacionados con El Niño – oscilaciones del sur (ENOS) es probable que ocurran más frecuentemente con las emisiones de gases de efecto invernadero[12].

Los Asentamientos Humanos

La planificación puede ayudar a evitar el deterioro y destrucción de viviendas e infraestructuras por efecto de lluvias torrenciales y el escurrimiento de las aguas excediendo el cauce habitual del curso de las aguas, en particular al existir antecedentes y estudios que dan cuenta del cambio de estados futuros.

Muchas de las localizaciones de ciudades y pueblos en la ribera de los ríos, por ejemplo de los ríos Paraná, Uruguay, Pilcomayo, Bermejo, entre otros, si bien sus áreas centrales lo hicieron en sitios altos, adecuados para no ser ocupados por las aguas de los ríos, parte del desarrollo periférico se hizo de modo precario, a veces transitorio, pero que se tornaron definitivos. Siendo, en general, éstos últimos los más afectados.

El permanente estado de emergencia a que se expone la población de ese tipo de asentamientos en concurrencia con el aumento de la altura de los ríos conlleva enormes pérdidas de vidas y de bienes públicos y privados. La perspectiva sea por efecto del más que centenario “Niño” potenciado por el creciente efecto invernadero debido al cambio climático antropogénico indica, para la región de la Cuenca del Plata situaciones recurrentes de aumento de las aguas de lluvia y de la humedad relativa (IPCC, 2014[13]).

Por tanto, el estado de “emergencia” es inadmisible por tenerse conocimiento pleno de una situación que se reiterará, así como la existencia de criterios de salvaguarda en cuanto a la cota de inundabilidad de los asentamientos ribereños afectables.

En cuanto a los sectores urbanos afectados/ afectables caben cuatro estrategias que necesariamente deberían combinarse:

– relocalización del sector afectado/ afectable en una zona del área urbana previsiblemente no afectable, densificando y aplicando criterios bioclimáticos y de energías renovables, con mano de obra y técnicas locales/ provinciales;

relocalización del sector afectado/ afectable en un nuevo asentamiento urbano o rural previsiblemente no afectable, de acuerdo con criterios de sostenibilidad y como parte de una estrategia que evita el desarrollo de mega asentamientos humanos, aplicando criterios bioclimáticos y de energías renovables, con mano de obra y técnicas locales/ provinciales;

diseño progresivo de los asentamientos humanos existentes orientando hacia la sostenibilidad –pacificación del tránsito; priorizar el transporte no motorizado; mejorar las condiciones de habitabilidad; uso de energías renovables; densificación relativa y dotación de espacios verdes necesarios-;

prever el desarrollo urbano de nuevos asentamientos humanos con criterios de sostenibilidad, aplicando los principios bioclimáticos y de energías renovables, con mano de obra y técnicas locales/ provinciales, como estrategia de decrecimiento de las grandes ciudades.

Planificar la distribución poblacional en el territorio nacional, así como adoptar las características del desarrollo sostenible de los asentamientos humanos son un claro concepto de gobernabilidad como de salvaguarda de la población más vulnerable y promoviendo una visión de largo plazo más afín con la diversidad y la participación ciudadana.

NOTAS

[1] http://www.cpc.ncep.noaa.gov/products/analysis_monitoring/ensostuff/ensoyears.shtml

[2] http://www.noaa.gov/

[3] https://www2.ucar.edu/news/backgrounders/el-nino-la-nina-enso#8

[4] http://www.wmo.int/media/es/content/previsiones-de-intensificaci%C3%B3n-de-el-ni%C3%B1o-graves-efectos-preparativos-sin-precedentes

[5] http://www.bolsadecereales.com/

[6] http://www.smn.gov.ar/serviciosclimaticos/clima/archivo/informe_nino_diciembre2015.pdf

[7] http://www.wmo.int/media/es/content/previsiones-de-intensificaci%C3%B3n-de-el-ni%C3%B1o-graves-efectos-preparativos-sin-precedentes

[8] http://www.bolsadecereales.com/

[9] Vicente Barros, Ángel Menéndez y Gustavo Nagy

[10] http://www.ciifen.org/index.php%3Foption%3Dcom_content%26view%3Dcategory%26layout%3Dblog%26id%3D100%26Itemid%3D133%26l

[11] http://www.nature.com/nclimate/journal/v4/n2/full/nclimate2108.html

[12] http://www.nature.com/nclimate/journal/v5/n9/full/nclimate2743.html

[13] AR5, informe de síntesis (SYR), 27-31 Octubre 2014, Copenhague, Dinamarca.