Fragmento de la conferencia Caminos practicables en escenarios de decrecimiento ¿y colapso? de Jorge Riechmann
FUENTE: http://tratarde.org/material-que-use-en-la-charla-de-ayer-en-benicarlo/
¿Dónde estamos?
Estamos en situación de emergencia planetaria
Estamos en una disyuntiva civilizatoria…
Otra forma de verlo:
Mientras que todo indica que nos estamos hundiendo en el Titanic, el relato oficial sostiene que estamos despegando hacia nuestro destino galáctico en el Enterprise de Star Trek –y la mayoría de la sociedad lo cree.
Enorme es el choque de narraciones, análisis y expectativas.
Qué tranquilidad de espíritu proporciona la ignorancia…
- Decía Carlos Taibo en un tuit (el 15 de mayo de 2016): “Sin ánimo de molestar, lo repito: urge una confluencia de quienes creen en la autogestión y conocen el riesgo de un colapso inminente”. https://twitter.com/carlos_taibo/status/731834756887937026
- Y le contestaban con sorna: “Carlos, el colapso ya lo dicen los testigos de Jehová. El mundo se acabará algún día, corazón, es inevitable.” https://twitter.com/plazadelxuquer/status/731854305809072131
- “Riesgo de colapso inminente lo hay siempre: es la vida. Habría que revisar el (ab)uso de narrativas apocalípticas.” https://twitter.com/pacotanaka/status/731902322511597568
Hay que ver qué tranquilidad de espíritu proporciona la ignorancia…
Nos quieren niños
Sapere aude [¡Atrévete a saber!]
Madurar –la vieja intimación de la Ilustración europea: salir de la minoría de edad de la que nosotros, nosotras mismas somos a la postre responsables…
Immanuel Kant, en su celebérrimo opúsculo Qué es la Ilustración, argumentaba: “La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. Sapere aude! [¡Atrévete a saber!] ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!, he aquí el lema de la Ilustración…”
Como niños
Hay algo profundamente pueril en las fantasías de omnipotencia en las que nos regodeamos, colectivamente, los habitantes de las sociedades industrializadas.
La fantasía infantil de movilidad absoluta e instantánea (la alfombra o la escoba voladora, el deseo que instantáneamente nos transporta a otro lugar o tiempo) la persiguen el fabricante de automóviles y el planificador del transporte. La fantasía infantil de la inmortalidad, de la juventud perfecta, de la curación instantánea, la persiguen por igual el personal sanitario, la industria cosmética y los ingenieros genéticos. La fantasía infantil de la abundancia inagotable y eterna (Jauja, Cornucopia) está escrita en los estandartes de la sociedad de consumo.
Nos quieren niños
Leí hace años en una entrevista con Chicho Ibáñez Serrador, el popular realizador televisivo, una cosa que me impresionó bastante. (Lo impresionante no era el contenido de su afirmación, sino el momento de sinceridad: se estaba diciendo lo que no debía decirse. Se hacía pública una de las verdades centrales de nuestra sociedad, verdad que –para que no se conmuevan los cimientos de la dominación– no puede admitirse que lo sea.)
Ibáñez Serrador dijo que, en su trabajo –crear televisión–, él tenía que suponer que se dirigía a chavales de trece o catorce años de edad; tenía que tratar a todo su público como a niños y nunca como a adultos.
No subestimar nunca la ignorancia del votante
Desde entonces, la cosa ha ido a peor. Hoy, una de las reglas básicas en las campañas electorales convertidas en reality shows dice: no subestimar nunca la ignorancia del votante.
“La mentira y la exageración han caracterizado las campañas de Donald Trump y Boris Johnson pero Trump ha llevado su menosprecio por el electorado más lejos, limitándose a utilizar lenguaje infantil en sus discursos, declaraciones y tuiteos.”
Como niños de once años
“Su palabra favorita es yo, la cuarta que más utiliza es Trump, y entre las 13 más utilizadas están perdedor, perdedor total, idiotas, tontos y estúpidos. Un estudio detallado hecho por una universidad de Estados Unidos ha concluido que el vocabulario y la gramática de Trump corresponden a la forma habitual de hablar de niños de once años o menos…” John Carlin, “El salto a la modernidad”, El País, 23 de mayo de 2016; http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/22/actualidad/1463923563_855703.html
¿Despertaremos?
Enorme es la presión para que no lleguemos nunca a ser adultos, o al menos nos comportemos como niños en los asuntos que nos atañen a todos. (Y con demasiada frecuencia nos plegamos fácilmente a esa presión, abdicamos de nuestra responsabilidad, esquivamos el comprometernos con nuestras propias vidas.)
Asistimos a la destrucción del uso público de la razón.
“Es verdad que las gentes de hoy en día no creen en la posibilidad de una sociedad autogobernada y esto hace que una tal sociedad sea, hoy, imposible. No creen porque no quieren creer, y no lo quieren creer porque no lo creen. Pero si en alguna ocasión empiezan a quererlo, entonces lo creerán y podrán.” Cornelius Castoriadis: “Una sociedad a la deriva” (entrevista). Archipiélago 17, Madrid 1994, p. 109.
A bordo del Titanic
Y si nos encontramos en el Titanic…
“SISTEMA DE CLASES TIPO TITANIC.// Cuando el capitalismo nos dice:/ ¡Sálvese quien pueda!,/ en realidad nos está diciendo/ que el salvamento se hará/ según el importe del billete/ y el espacio disponible.” Antonio Orihuela; poema de su libro Salirse de la fila, consultado en http://vocesdelextremopoesia.blogspot.com.es/2015/12/4-poemas-de-salirse-de-la-fila-ii.html
Hay algo importante que recuerda Ferran Puig Vilar en una de las entregas de un importante libro (¿Hasta qué punto es inminente el colapso de la situación actual?) que a finales de 2014 comenzó a publicar por entregas en su blog Usted no se lo cree, y es lo siguiente: el Titanic ya estaba técnicamente hundido algo antes de que nadie viera el enorme iceberg e intentara, inútilmente, bordearlo.
Dada su posición y velocidad, su masa, su capacidad máxima de frenado, su radio máximo de giro, la resistencia mecánica de los laterales, la configuración interna del buque, etc., hubo un momento en que ya era imposible evitar el hundimiento, mientras pasaje y tripulación seguían de fiesta (como se sabe, la orquesta del buque siguió tocando con bravura hasta al final: murieron con los violines y los clarinetes puestos).
Probablemente ya no podamos evitar el naufragio
Comenta Ferran que “ése es el tipping point auténtico, el punto a partir del cual la vida propia del sistema convierte en inútil la mejor estrategia de los gestores más lúcidos”. http://ustednoselocree.com/2014/12/27/hasta-que-punto-es-inminente-el-colapso-de-la-civilizacion-actual-3/#more-9713
Creo que ésa es nuestra situación ahora: aún no hemos visto del todo el iceberg, desde luego la mayoría de la tripulación y el pasaje no lo han visto, y sin embargo ya no podremos evitar el naufragio.
Ahora bien, ¡eso no quiere decir que no podamos hacer nada!
Cabe todavía maniobrar para que, por ejemplo, el choque sea algo menos dañino y eso nos deje más tiempo para desalojar el barco.
Y cabe emplear ese tiempo para organizar mejor el salvamento. Recordemos que el Titanic histórico sólo llevaba botes salvavidas para 1178 pasajeros, ¡poco más de la mitad de los que iban a bordo en su viaje inaugural y un tercio de su capacidad total! (En el hundimiento murieron 1514 personas de las 2223 que iban a bordo, estratificadas por clases sociales.)
Titanic vs. Arca de Noé
Operaciones de salvamento
Ésa era la tecnolatría de la época: como el buque, de forma insensata, se consideraba insumergible, no se le había dotado más que con unas pocas lanchas de salvamento, prefiriendo ganar más espacio en la cubierta superior para el esparcimiento y los paseos de los acaudalados pasajeros de primera clase.
Con tiempo suficiente, incluso si el choque del transatlántico no puede ya evitarse, podemos construir más botes o balsas salvavidas, a partir de otras estructuras del mismo barco que va a hundirse…
Problemas de comunicación
Hay otro aspecto en este paralelismo que quiero destacar. En un naufragio, hay que evitar causar pánico, o poner en marcha los resortes peores de la interacción humana (la lucha por los recursos escasos, por ejemplo).
Si alguien grita “¡estamos hundiéndonos, sálvese quien pueda!” según en qué momentos del proceso, puede provocar estampidas que arruinarán las posibilidades de todos los náufragos, o de la mayoría.
Tenemos por delante un camino difícil: se trata de comunicar responsablemente la gravedad de la situación, sin por ello inducir al desánimo, la des-responsabilización o las reacciones insolidarias.
CONFERENCIA COMPLETA