Guillermo Baliña

Vivimos en un tiempo especialmente peligroso, una época en la que el autoengaño se está convirtiendo en una cuestión cada vez más apremiante y nos obliga a enfrentarnos a un reto desconocido hasta la fecha: la destrucción completa de nuestro planeta.
Daniel Goleman

 

El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación.  Ésta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad.
Byung Chul Han

 

Hay en principio dos posibles formas de ignorancia

  • no saber acerca de algo.
  • cuando sabiendo de que se trata ese algo se le da la espalda, se lo ignora.

En este segundo enfoque hay dos modos de acción: uno es consciente y se llama indiferencia y el otro es inconsciente y se llama autoengaño.

Las primeras décadas del siglo XX fueron de una verdadera conmoción en el mundo de la Física. La teoría cuántica de Planck, la relatividad de Eisntein, el principio de incertidumbre de Heisenberg (por sólo mencionar algunas de las teorías “heréticas” de aquel entonces) pusieron a prueba los mismísimos cimientos de la física.

La comunidad científica –lejos de hacerse la distraída e ignorar el problema- tomo al toro por las astas y dio un ejemplar debate. Hasta el mismo Newton fue objeto de revisión. Fue una muestra clara de cuál es el camino que debe seguirse cuando hay un conflicto entre diversas ideas y/o teorías, dar un debate abierto y claro con el fin primordial de la búsqueda de la verdad.

En el  ámbito de la economía hace al menos cincuenta años que está en entredicho las bondades del capitalismo -en sus dos variantes: el capitalismo (supuestamente) de libre mercado como el de Estados Unidos y el capitalismo estatal como el de China-, ni que decir de la nueva fase del capitalismo: el neoliberalismo.

Muy lejos de realizar un debate abierto sobre el tema – como el que tuvo lugar en la física en su momento-, el establishment político/empresarial/académico se ha dedicado a barrer bajo la alfombra de la ignorancia la abrumadora lista de contradicciones que emergen por doquier.

Para este fin se han venido utilizando una serie de artilugios, algunos de los cuales pasamos a enumerar.

  • Los premios Nobel de economía: muy poca gente sabe que el Nobel de economía es un invento de un banco de Suecia y que nada tiene que ver con el (¿prestigioso?) comité Nobel de Alfred.

Estrictamente el premio se llama “Premio del Banco  de Suecia en Ciencias

Económicas en memoria de «Alfred Nobel”

Se han ocupado especialmente de aumentar la confusión haciendo entrega del nobel de economía en las mismas fechas que los otros Nobel

Adivine el lector que tipo de teorías económicas puede premiar…. ¡un BANCO!

La mayoría de los ganadores son estadounidenses provenientes de la Escuela de Chicago….

  • En el documental de Leonardo Di Caprio “Before the Flood” el actor entrevista a un científico especialista en cambio climático que es hostigado y ridiculizado desde los medios de comunicación. En lugar de generar debates serios sobre el tema, los grandes medios de comunicación niegan y ridiculizan…
  • Científicos de respetable trayectoria académica venden su alma al diablo y pasan a sumarse al negacionismo del cambio climático por unos cuantos dólares provenientes de las grandes corporaciones.

Ahora pasaremos a describir otra forma de ignorancia, aquella que le da la espalda al problema, cuyo accionar procede del autoengaño. Aquí es donde aparece el concepto de “punto ciego”

El psicólogo estadounidense Daniel Goleman escribió un libro ( El punto ciego) en el que describe perfectamente el mecanismo del autoengaño.

La tesis de Goleman, expresada en sus propias palabras, es la siguiente:

La mente puede protegerse de la ansiedad disminuyendo la conciencia. Este mecanismo origina un punto ciego, una zona en que somos proclives a bloquear nuestra atención y auto engañarnos. Estos puntos ciegos tienen lugar en cada uno de los niveles de organización de la conducta, desde el psicológico hasta el social.

El lector podrá preguntarse de donde proviene el autoengaño, Goleman lo pone en evidencia:

El autoengaño opera tanto a nivel de la mente individual como a nivel colectivo. El precio tácito de la pertenencia a cualquier grupo es el de no darnos cuenta de nuestras propias dudas e inquietudes y no cuestionarnos siquiera la forma en que el grupo hace las cosas. El grupo, por su parte, sofoca toda discrepancia, incluso la saludable.

Nótese que esa es la misión fundamental del llamado “periodismo independiente”: anular, ridiculizar, minimizar, sofocar toda discrepancia, incluso la saludable.

Los psiquiatras denominan “insensibilidad nuclear”  a la manifiesta incapacidad de la gente para experimentar el miedo, el enojo y la insubordinación que acompañan al hecho de percibir claramente la insensatez de la humanidad (en especial respecto a tolerar la carrera armamentista) Las personas perecen anestesiarse, como si el peligro fuera demasiado grande para preocuparse.

Parece ser que además de la insensibilidad nuclear debemos sumar otras insensibilidades -demasiado grandes para preocuparse- que por supuesto provocan ansiedad:

.- la del calentamiento global

.- la de la pobreza extrema

.- la de la destrucción de los recursos naturales

.- la del problema de la  inmigración

.- etc!!

Cuando desde la Ecología Política planteamos estos problemas no es poca la gente que dice que somos pesimistas o que la nuestra es una posición radical.

Los problemas a los que nos estamos enfrentando en esta época son radicales y extremos y como tales es que debemos enfrentarlos y no es nada exagerado suponer que un problema radical requiera de una solución radical.

Por otra parte, los medios dominantes nos piden que nos preocupemos por algunas de las consecuencias del productivismo (terrorismo, drogas, inseguridad, etc) y no por las causas, de las cuales ellos mismos son actores principales.

El filósofo coreano Byung Chul Han, autor de la obra “La sociedad del cansancio” refuerza el concepto  de autoengaño en relación a los desastres que las personas deben soportar en el mundo capitalista/neoliberal en particular con relación al trabajo.

La sociedad de rendimiento como sociedad activa, está convirtiéndose paulatinamente en una sociedad de dopaje (…) El dopaje en cierto modo hace posible un rendimiento sin rendimiento. (…) El cansancio de la sociedad de rendimiento es un cansancio a solas que aísla y divide.

En el siguiente párrafo tal vez el lector perciba cierto aire familiar con la realidad del país…

La sociedad del rendimiento se caracteriza por el verbo nodal positivo “poder” sin límites. Su plural afirmativo y colectivo  “yes we can” expresa precisamente su carácter de positividad (…) A la sociedad disciplinaria todavía la rige el no. Su negatividad genera locos y criminales. La sociedad de rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados.

Es conocida la situación de autoengaño en que se ven involucradas algunas personas cuando saben que tienen una enfermedad grave. Como sociedad estamos reaccionando en forma similar con relación al crecimiento (tumoral) de la economía. Hay mucha gente que no quiere ni ver el problema y mucho menos enfrentarlo. A diferencia de los tumores clásicos que no son hereditarios, el tumor/social/ambiental que enfrentamos sí lo es. Si no actuamos resueltamente como sociedad para atacarlo y curarnos -cuestión por otra parte posible-, lo único que lograremos es pasarles la enfermedad a las próximas generaciones y allí la situación será terminal.

Estimado lector:

Desde la Ecología Política somos de los (¿pocos?) que creen que aún es posible salir de esta locura generalizada si urgentemente se toman las medidas apropiadas…

¿¡Si, se puede!?