Ninguno de los Congresos de los Estados Unidos hasta ahora reunidos para analizar el estado de la Unión tuvo ante sí una perspectiva tan favorable como la que se nos ofrece en los actuales momentos.
Ultimo mensaje del Presidente Coolidge al Congreso pronunciado el 4/12/1928 (al año siguiente ocurrió la mayor debacle económico-financiera de la historia)
Aun si supiera que mañana el mundo se habría de desintegrar, yo igual plantaría mi manzano.
Martin Luther King (1929-1968)
Se los suele enfrentar pero no son conceptos opuestos.
En realidad lo opuesto al escepticismo es la credulidad y lo opuesto al optimismo es el pesimismo.
Por tanto tenemos cuatro posibilidades:
- Escepticismo optimista
- Escepticismo pesimista
- Credulidad optimista
- Credulidad pesimista
El escepticismo suele tener mala prensa.
Tal vez en nuestro país se deba a nuestra idiosincrasia fuertemente ligada -al menos en los primeros tiempos de la formación de nuestro país-, al catolicismo.
Desde luego que en el terreno de la religión el escepticismo no está bien visto sobre todo desde los tiempos de Santo Tomás (ver para creer)
Sin embargo, en el ámbito científico, muy lejos de ser un defecto, el escepticismo es una virtud imprescindible.
Es muy curioso que muchos hombres de ciencia abandonen su escepticismo cuando se trata de ahondar en otros temas como la política por caso.
Un gran ejemplo de escepticismo optimista es el de Carl Sagan.
En su última entrevista televisiva del año 1996 (disponible en youtube), pocos meses antes de que el cáncer terminara con su vida, el gran astrónomo y divulgador científico decía lo siguiente:
-CS: Vivimos en una era basada en la ciencia y la tecnología con formidables poderes tecnológicos (…) ¿Quién está tomando las decisiones sobre ciencia y tecnología que determinarán en qué tipo de futuro vivirán nuestros hijos?
-Periodista: ¿cuál es el peligro de todo esto?
-CS: hay dos tipos de peligros; creemos en una sociedad basada en ciencia y tecnología en la cual nadie sabe nada sobre ciencia y tecnología. Esta mezcla inflamable de ignorancia y poder, tarde o temprano explotará en nuestras caras.
¿Quién está dirigiendo la ciencia y la tecnología en una democracia donde la gente no sabe nada al respecto? Y la segunda razón por la que me preocupo es que la ciencia es más que un cuerpo de conocimientos. Es una forma de pensar, una forma escéptica de interrogar al universo, con pleno entendimiento de la falibilidad humana.
Si no somos capaces de hacer preguntas escépticas y de interrogar a aquellos que nos dicen que algo es verdad, ser escépticos de aquellos con autoridad, entonces estamos a merced del próximo charlatán, político o religioso que aparezca deambulando. (…) El pueblo debe ser educado y tiene que practicar su escepticismo y educación. De otra forma, no tenemos control sobre el gobierno, el gobierno nos controla a nosotros.
A este respecto invito al lector a reflexionar especialmente cuando los políticos en general y los economistas en particular nos piden …… ¡confianza!; justamente lo contrario de la recomendación de Carl Sagan.
Ernesto Sábato es un caso paradigmático de escéptico pesimista. En su obra “Antes del fin” escribía lo siguiente:
Cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizá mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga.
La credulidad optimista es observable invariablemente en el ámbito del productivismo, es decir en casi todos los políticos de casi todos los partidos políticos, especialmente cuando gobiernan (el mensaje del Sr Coolidge en el primer párrafo de este artículo es prueba de ello, para más detalles de credulidad optimista véase el artículo “El péndulo productivista” de esta columna).
La credulidad optimista en el ámbito científico puede encontrarse tanto en los negacionistas del calentamiento global como en la visión de personas -como Peter Diamandis- que vislumbran para nuestro planeta, en un futuro no muy lejano, un tecno-paraíso de la abundancia.
La credulidad pesimista se halla diseminada por ejemplo entre los seguidores de las profecías de Nostradamus.
En el documental escéptico-pesimista “Ten Billions”, su creador –Stephen Emmot- da una magnífica definición de lo que es la ciencia:
¿Qué pienso como científico de la situación actual?
La ciencia es básicamente el escepticismo organizado
Me paso la vida tratando de demostrar que me equivoco o estudiando alternativas. Espero estar equivocado, pero la ciencia me hace ver que no lo estoy. Estamos en una situación de emergencia, una emergencia planetaria sin precedentes. Necesitamos hacer con urgencia algo radical para impedir una catástrofe planetaria, pero creo que estamos jodidos.
Para cerrar el tema y a modo de resumen, las palabras finales del informe Meadows (escéptico-optimista) en su última versión de 2012:
El mundo no se enfrenta a un futuro prefijado, sino a una elección. Tiene que elegir entre distintos modelos mentales, que lógicamente conducen a situaciones diferentes. Un modelo mental dice que este mundo no tiene a efectos prácticos, ningún límite. Optar por este modelo mental favorecerá que todo continúe como si nada y llevara la economía humana todavía más allá de los limites. El resultado será el colapso.
Otro modelo mental dice que los límites son reales y que están cerca, que no queda tiempo suficiente y que la gente no puede ser moderada, responsable o compasiva. Por lo menos no a tiempo. Este modelo es como la profecía autocumplida: si los habitantes del planeta optan por creérselo, se demostrara que tenían razón. El resultado será el colapso.
Un tercer modelo mental dice que los límites son reales y que están cerca, y que en algunos casos ya se hallan por debajo de nuestros caudales productivos actuales. Pero que hay justo el tiempo suficiente y no hay que perderlo. Hay energía suficiente, material suficiente, dinero suficiente, resistencia ambiental suficiente y virtud humana suficiente para poner en práctica una reducción planificada de la huella ecológica de la humanidad: una revolución de la sostenibilidad hacia un mundo mucho mejor para la vasta mayoría.
Este tercer modelo bien podría resultar equivocado. (…) No hay otra manera de saberlo a ciencia cierta que intentarlo.
Excelente texto, lo comparto. Abrazos muchos.
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