Guillermo BALIÑA

Esta columna se inició en abril de 2016 a poco de iniciado el gobierno de Mauricio Macri. El presente artículo será el último bajo el mandato del actual presidente, por lo que parece oportuno hacer un breve balance de estos cuatro años.

Memoria y balance

En el primer artículo (con el título “¿Restablecer la confianza o restablecer la ignorancia?) decíamos lo siguiente:

“(…) lamentablemente lo que nos espera es un nuevo proceso de endeudamiento acompañado de la consecuente e inexorable fuga de capitales”

Debo aclararle al lector que no poseo ninguna capacidad adivinatoria; los gobiernos pseudo o neoliberales son sumamente previsibles por lo que resulta bastante sencillo anticipar en líneas generales sus políticas.

El endeudamiento desenfrenado, la apertura indiscriminada e irresponsable de la economía, el absoluto descontrol en el movimiento de capitales, el aumento de la desigualdad y de la pobreza, son solo alguno de los resultados esperables de cualquier gobierno de estas características.

Lo han hecho en el pasado (1955, 1976, 1990) y lo volverán a hacer si la ciudadanía decide en algún futuro insistir con estas políticas.

Pero dejando de lado las comparaciones con otros gobiernos pasemos lista a las promesas del señor Macri al inicio de su mandato.

Nos centraremos en tres de ellas: inflación, pobreza y desempleo

En cuanto a la inflación se recordará que el presidente indicó que  era muy sencillo reducirla.

Con relación a la pobreza nadie olvida el compromiso de “pobreza cero”

Al respecto Macri pidió al electorado que su gobierno fuera evaluado centralmente por la disminución de la pobreza y seguramente el resultado desastroso en este rubro explique el porqué de su no reelección.

En cuanto al desempleo, la gestión iniciada en diciembre del 2015 prometía continuar con aquellas cosas que estaban bien y mejorar las cosas que estaban mal

Curiosamente luego de estos cuatro años los resultados fueron a la inversa.

Lo que estaba bien termino mal y lo que estaba mal termino peor (tal vez la excepción sea el funcionamiento del INDEC, que estaba mal y mejoró).

Hagamos el balance de los tres indicadores.

Inflación: no solo no bajó sino que terminará más que duplicando la que había (de alrededor del 25% a alrededor del 55%)

Desempleo: pasamos del 6 o 7% a alrededor del 11 o 12%

Pobreza: lejos de alcanzar la pobreza cero, pasamos de alrededor del 29% a alrededor del 36% (según las últimas mediciones) y con pronóstico del orden del 40% para diciembre de 2019.

Resulta paradójico que quienes han hecho de la meritocracia un lema recurrente no se avergüencen de su profundo demérito en estos temas.

Invito al lector a realizar el siguiente razonamiento con relación a los próximos cuatro años:

Si para diciembre de 2023 el gobierno de Alberto Fernández logra disminuir simultáneamente la inflación, el desempleo y  la pobreza respecto de los valores de 2019 ¿Se  dirá que la gestión  fue exitosa?

Supongo que cualquier persona con un mínimo de honestidad intelectual debería reconocer que en ese caso el de AF habrá sido un gobierno mejor que el anterior.

Si eso sucediera la Argentina terminaría en el año 2023 con estos importantes indicadores por debajo de los de diciembre de 2019 pero probablemente por encima o en el mismo punto que se encontraban en 2015.

Ocho años perdidos por la absoluta falta de pericia del gobierno de Macri y el mejor equipo de los últimos cincuenta años.

Peronismo y antiperonismo

En esta breve  memoria y balance echaremos un vistazo a este asunto crucial de la historia Argentina.

Para este ejercicio se recomienda la lectura  de “¿Qué es el peronismo?” de Alejandro Grimson

Según este autor el antiperonismo surge en 1945 a partir de tres elementos fundamentales: la tradición antifascista, el enfoque patronal y la dualidad “civilización y barbarie” de Sarmiento

Quienes dentro de la famosa grieta atacan al peronismo, utilizan como primer argumento el de la irracionalidad. Paradójicamente la irracionalidad –dice Grimson- “tiene un papel crucial en los orígenes del antiperonismo”

El autor nos recuerda que a un año de iniciada la Revolución Libertadora irrumpen las voces (“insospechadas de peronismo”) de Ernesto Sábato o Mario Amadeo o Gino Germani quienes tempranamente alertaban  sobre las consecuencias negativas  que ya se vislumbraban en 1956.

A continuación un párrafo que no tiene desperdicio por su asombrosa actualidad:

El carácter cíclico de la política argentina deriva en buena medida de esa situación de empate en términos de relaciones de fuerza en el mediano plazo. Ese empate implica que ninguno de los proyectos logra perdurar en el tiempo. El antiperonismo tropezó una y otra vez con el resurgimiento del peronismo.

Lo que parecía imposible cuatro años atrás (y que era motivo de burla antiperonista, nos referimos al famoso “vamos a volver”) hoy es una realidad que confirma el aserto de Grimson “el antiperonismo tropezó una y otra vez con el resurgimiento del peronismo”

Va de suyo que el peronismo tiene y contiene una serie de contradicciones imposibles de soslayar, principalmente la Triple A y el menemismo.

Así mismo Grimson plantea una pregunta de fondo: “¿Por qué los sectores populares votan contra sus intereses?”

Desde esta perspectiva, en todas las épocas y regiones los sectores populares tendrían intereses “objetivos”: más empleo, más salario, mayor igualdad, menos concentración de la riqueza. Esto es lo que llamamos una definición “objetivista” (…) Desde este punto de vista, es evidente que las políticas del menemismo atacaban los intereses populares. Sin embargo a los sectores populares que lo votaron durante años eso no les parecía tan obvio. El problema es que entre el modo objetivista de definir los intereses y los modos subjetivos de concebirlos hay un abismo insalvable. Un abismo epistemológico. Constituyen maneras tan divergentes de entender el mundo que no pueden comprenderse mutuamente. En este sentido, no puede explicarse el voto popular mediante las visiones objetivistas.

Como puede apreciarse encontrar explicación para el peronismo y el antiperonismo resulta una tarea ímproba.

Las pesadas herencias

Todos los cambios de signo de gobierno deben soportar “pesadas herencias”.

Repasemos las pesadas herencias desde 1983.

Alfonsín tuvo que lidiar con la pesada herencia de la dictadura cívico-militar.

Menem debió enfrentar la pesada herencia de la hiperinflación de Alfonsín

De la Rúa soporto la pesada herencia de la convertibilidad de Menem.

Duhalde y Kirchner se toparon con la pesada herencia del estallido del 2001 de De la Rúa.

Macri se encontró con la pesada herencia de la pobreza y la inflación de CFK.

Debe notarse sin embargo que pobreza e inflación ha sido un problema estructural de la Argentina, en particular desde 1976 a nuestros días.

Sin duda todos los gobiernos han recibido pesadas herencias pero entiendo que el gobierno de Macri recibió la menor de todas (entiéndase bien: no estamos diciendo que en 2015 no había problemas, lo que aquí sostenemos es que esos problemas eran de menor peso comparados con los otros cambios de gobierno).

Déficit fiscal y cepo cambiario

Una de las recurrentes obsesiones de los gobiernos neoliberales es la de enfrentar y terminar con el déficit fiscal.

Aclaremos este punto en forma tajante: el sistema monetario –que se nutre del interés compuesto- hace imposible esta tarea.

Solo con mirar los déficit de los países del primer mundo se verá que es una empresa inviable.

El país con mayor déficit del mundo es Estados Unidos y resulta que tenemos que volver a soportar al tándem FMI-Estados Unidos (pesadísima herencia) para que vengan a darnos lecciones de equilibrio fiscal.

Ya hemos citado más de una vez la obra “Dinero son inflación ni tasas de interés”, allí Margrit Kennedy (1939-2013) sale al cruce de la falacia de pretender el equilibrio fiscal:

La tendencia es clara: tarde o temprano las deudas públicas serán superiores a los ingresos públicos en todos los países industrializados.

Cuántas veces hemos escuchado el cuentito de que el país es como una familia y que si los ingresos son menores que los egresos “hay que ajustar”.

Los neoliberales son extraordinarios para “invertir” los razonamientos.

Las economías de los países no se parecen en nada a las economías de las familias en cuanto a su “equilibrio” empezando porque los países emiten moneda y las familias no.

Pero paradójicamente donde sí deberíamos ajustarnos es en la administración de las divisas, es decir en el balance entre el ingreso y egreso de dólares. En este aspecto la cosa podría compararse con el funcionamiento de la economía familiar.

Ni Argentina ni las familias argentinas pueden emitir dólares y entonces allí sí debe realizarse un “ajuste”.

¿Qué sucede cuando un gobierno intenta este camino?

Sale de inmediato el establishment a poner el grito en el cielo.

“¡cepo!” “¡libertad!”

Derrochar dólares para importar tomates mientras el país tiene dificultades para conseguir divisas para adquirir insumos necesarios en hospitales o laboratorios de investigación es una perogrullada que no necesita mayor explicación.

El gobierno de Macri comenzó quitando “el cepo al dólar” pero le aplicó el cepo al salario, cepo a los alimentos…¡cepo al consumo de leche!

El broche de oro es que termina su mandato aplicando un nuevo cepo cambiario, prueba contundente del total fracaso de su gestión en este aspecto.

¿Se imagina usted a un funcionario público (ministro de economía o presidente) invitando a los inversores a traer divisas al país mientras reniegan de la propia moneda, pasan sus ahorros a dólares y lo llevan al exterior –generalmente- sin pagar impuestos?

El problema son las coincidencias

Infinidad de veces hemos escuchado que para que el país salga adelante las distintas fuerzas políticas deben ponerse de acuerdo en algunos puntos cruciales.

El problema de la Argentina es que esos “acuerdos fundamentales” existen y son precisamente los que nos llevan al colapso.

A nivel nacional:

  • Vaca muerta: tanto Macri como Fernández están entusiasmadísimos con este proyecto y no es más que un salvavidas de plomo (tal vez deberíamos decir un salvavidas de fracking).
  • Agro tóxicos: ni CFK ni MM han hecho el mínimo esfuerzo por poner coto a las fumigaciones con agro tóxicos.
  • Mega minería: otra lamentable coincidencia.
  • El crecimiento económico: ya estamos viendo en Chile las consecuencias “del crecimiento económico”.
  • Deuda Externa: MM endeuda en forma inconstitucional (no hubo aprobación del Congreso) y AF reperfilará o renegociará; todo parece indicar que no repudiará lo que en gran parte fue un endeudamiento fraudulento (para más detalles véase caso Olmos y el fallo del juez Ballestero).

Aquí vendría muy bien un eslogan equivalente al “no se inunda más”.

Argentina empezará a salir del pozo cuando “NO LA ENDEUDEN MAS”.

A nivel internacional:

  • Casi todos los partidos políticos corren detrás de la tecnolatría mientras la espada de Damocles del holocausto nuclear sigue sobre nuestras cabezas (Chernobyl y Fukushima son muestras suficientes).
  • Todos los partidos políticos corriendo detrás del crecimiento de la economía cuando los límites biofísicos del planeta han sido claramente rebasados.

Conclusiones 

Los argentinos debemos celebrar la continuidad de la democracia. Más allá de grietas, peronismos y antiperonismos. En particular un especial recuerdo para el Dr. Raúl Alfonsin un hombre de una incuestionable honorabilidad. Del mismo modo es importante recordar la figura del Dr. Antonio Cafiero (si Alfonsín es el Padre de la Democracia, Cafiero bien podría ser el Tío de la Democracia).

A propósito de Alfonsín, viene bien refrescar sus dichos sobre la derecha en Argentina: si la sociedad se hubiese derechizado, lo que la UCR debe hacer en todo caso es prepararse para perder elecciones, pero nunca para hacerse conservadora. Recordemos además que en una entrevista en el año 2007 con Mauro Viale, Alfonsín dijo que su límite por derecha era Macri.

El de MM ha sido desde la vuelta a la democracia en 1983 el peor de los gobiernos, ha destruido todos los parámetros de la economía y la UCR ha sido cómplice, desoyendo la sabia advertencia de Raúl Alfonsín.

Desde el año 45 a la fecha el antiperonismo hizo mucho más daño al país –y en particular a los sectores más humildes- que el peronismo, en particular con el recurrente endeudamiento externo y fuga de capitales.

El gran problema, la madre de todos los problemas es el capitalismo. Pero a no desanimarse, desde 2008 comenzó su desmoronamiento a nivel global.

Finalmente: existe una alternativa superadora al peronismo y al antiperonismo: el ECOLOGISMO, será cuestión de animarse a difundirlo con más fuerza que nunca.

Así como no es conveniente ser más papista que el Papa, a los peronistas les vendría bien no ser más peronistas que Perón.

Juan Domingo falleció el 1 de Julio de 1974; diecisiete meses antes de morir escribió un documento importantísimo: “Mensaje ambiental a los pueblos y gobiernos del Mundo”, fechado el 21 de febrero de 1972, en Madrid.

Estoy seguro que no fue el primer trabajador, pero si no fue el primer ecologista argentino “le pega en el palo”.

El siguiente párrafo extraído de ese documento es tal vez el legado más importante que dejó Perón:

Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobre-estimación de la tecnología, y la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada internacional.

El legado es clarísimo: ni peronistas ni antiperonistas…. ¡ecologistas!