El Instituto Cafiero ha organizado el Foro: “Para una transición peronista hacia la sustentabilidad” que se desarrollará el próximo viernes 29. Se trata de un encuentro para debatir sobre la cuestión ambiental y del desarrollo sostenible vinculándolos a la historia y doctrina del peronismo.
En el programa se incluyó una mesa redonda destinada a reflexionar sobre un tema particularmente interesante: Hacia por un peronismo ecopolitizado, mesa a la que fui invitado a integrarla.
Si bien acepté gustoso la invitación, razones totalmente ajenas a mi voluntad me impedirán participar y es por ello que he creído oportuno publicar los lineamientos que hubieran guiado mi intervención en la mesa redonda, como un aporte más al debate de ideas que, a mi entender, siempre tienen que darse en un marco ampliamente participativo y alejado de los sectarismos.
LINEAMIENTOS PARA EL DEBATE EN LA MESA REDONDA: HACIA POR UN PERONISMO ECOPOLITIZADO
Frente al tema elegido para la mesa redonda: hacia un peronismo ecopolitizado y entendiendo como ecopolitización al proceso por el cual se pretende insertar en una ideología el núcleo duro de otra ideología, en este caso, el de la ecología política; mi postura se resume en las siguientes tres afirmaciones:
1 – No resulta posible ecopolitizar al peronismo, ni a ninguna otra ideología política.
2 – No es necesario ecopolitizar al peronismo.
3 – Es la dirigencia peronista la que tiene que asumir en plenitud el legado ecológico de su fundador.
Veamos entonces la fundamentación para mi primera afirmación.
Como punto de partida, resulta aquí fundamental distinguir entre “ecologismo” y “ambientalismo” en tanto, confundir ambos pensamientos es un serio error intelectual.
Existe una generalizada confusión o desinformación que ha llevado a que la opinión habitual sea que ambientalismo y ecologismo pertenecen a una misma familia de ideas y vale la pena analizar la cuestión.
El ambientalismo propone una respuesta tecnocrático-productivista y aboga por una aproximación administrativa frente a los problemas ambientales, convencido que ellos pueden ser resueltos mediante la reforma del sistema, sin cambios radicales de sus valores conformadores.
Frente a ello, el ecologismo sostiene que los problemas ambientales, son en realidad socio-ambientales y que una existencia sostenible presupone cambios radicales en nuestra relación con el mundo natural no humano y en nuestra forma de vida social y política. El ecologismo como ideología política plantea un radical desafío al consenso político, económico y social que domina desde el final del siglo XX.
La gran diferencia es que el ecologismo es una ideología y el ambientalismo no lo es en absoluto.
Ambientalismo es una palabra que cualquiera de las ideologías existentes podría someter felizmente a un servicio adjetival, sin producir ninguna contradicción con su núcleo central ideológico. Cuestión esta última que no puede ocurrir si de ideologías se trata. Las ideologías no pueden hibridarse. Se puede ser peronista ambientalista, pero no se pude ser peronista ecologista.
Aquí se hace necesario aclarar que no cualquier corriente de pensamiento es una ideología, para serlo debe satisfacer tres condiciones: ser capaz de realizar un análisis crítico de la sociedad en la que vivimos; ser capaz de prescribir una sociedad diferentes y por último, ser capaz de demostrar cómo podemos alcanzar esa sociedad prescripta.
Obviamente, tanto el peronismo como el ecologismo satisfacen dichas condiciones y como ideologías que son, ambos tienen un núcleo duro, irreductible e irrenunciable, que les impide hibridarse ya que la única forma de alcanzar dicha hibridación es mediante el abandono del núcleo duro por parte de una de las dos ideologías.
Es a partir de todo lo anterior que sostengo que el peronismo no puede ser ecopolitizado, y además no lo necesita y ello nos conduce a mi segunda afirmación: el peronismo, en tanto doctrina, no necesita ser ecopolitizado.
El fundamento de tal afirmación reside en un hecho insoslayable: el peronismo, a diferencia del resto de las corrientes políticas tradicionales de nuestro país, ha recibido de su fundador un temprano y potente legado ecológico.
Si bien Perón se mostró interesado en el proceso de nacimiento del ecologismo en las décadas de 1960 y 1970, sus inquietudes por la defensa del patrimonio natural, su visión sobre la realización del hombre y su crítica a los sistemas hegemónicos pueden encontrarse muchos años antes, en 1949, con “La Comunidad Organizada”.
Ya en la década del año 1970, en su carta al Secretario General de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim y en su “Mensaje a la IV Conferencia de Países no Alineados”, realizada en Argel, Perón sienta las bases de un proceso político basado simultáneamente en el desarrollo económico, la justicia social y la protección ambiental. Para Perón, la cuestión ambiental…en su conjunto, no es un problema más de la humanidad, sino su verdadero problema.
En la que puede ser considerada su obra póstuma, su testamento político: “El modelo argentino para el Proyecto Nacional”, de mayo de 1974, sostiene que resulta paradójico…observar como en un mundo que siente cada día con mayor fuerza la presión de la escasez de los recursos primarios, algunas concepciones tratan por todos los medios de fomentar el consumo en forma irracional y dispendiosa. Esto no solo torna cada día más oscuras las posibilidades de las generaciones futuras, sino que refuerza los lazos de dependencia especulativa de grupos e intereses privados reñidos con el interés de la comunidad.
Mediante su mensaje a los pueblos y gobiernos del mundo, Perón tiende un puente entre La Comunidad Organizada y El Modelo Argentino para el Proyecto Nacional.
Son innumerables y contundentes sus denuncias sobre la falacia que implica pensar y actuar como si habitáramos un planeta inagotable; como si la vida fuese una lucha donde sólo los más aptos deben sobrevivir; como si el mercado fuese la respuesta a cualquier pregunta, corrigiendo por si solo todas las diferencias económicas y las injusticias; como si fuese cierto que cuanto más se consume, mejor somos; como si el fin económico justificara los medios militares o como si el futuro no fuese de nuestra incumbencia.
Perón hace un llamado a los pueblos y los gobiernos para que despierte en ellos una conciencia ética ambiental que incline la balanza a la hora de tomar decisiones y de evaluar sus consecuencias. Analiza en profundidad y con amplitud las complejas e interrelacionadas cuestiones ambientales, económicas y sociales a partir de una comprensión holística.
Esta visión no puede ser confundida con un planteo ambientalista superficial y tecnocrático que solo puede inspirar a un grupo de presión condenado a quedar integrado como furgón de cola de un partido tradicional. Por el contrario, constituye un legado fundamental, el nervio motor de una nueva sociedad, de una nueva economía, de un nuevo paradigma.
Una propuesta que se instala en el campo del progresismo, cuestionando a aquellos movimientos sociales y políticos catalogados como “progresistas” que no han incorporado los nuevos conceptos de solidaridad planetaria e intergeneracional y cuyas lógicas ideológicas aún descansan en postulados economicistas.
Este legado nos advierte que hoy no basta con luchar por la justicia social sino que también resulta indispensable luchar por la supervivencia. Que las luchas por llegar a fin de mes se encuentran firmemente unidas a las luchas para poner fin al ininterrumpido saqueo de los sistemas ecológicos de nuestro país. Que de nada vale defender nuestros recursos naturales, si seguimos aferrados a métodos de desarrollo que han significado la negación de un uso racional de tales recursos. Un legado que no permite confundir el concepto de sostenibilidad con el de rentabilidad en términos económicos y que exige una transformación profunda de la vida material, de la manera misma de producir, consumir y de compartir la vida de la comunidad.
Vivimos un momento en el que la triple crisis – social, económica y ambiental – confluye con el inevitable abandono de nuestra sociedad fosilista. Es en tal escenario que urge garantizar la resiliencia de la sociedad frente a los monumentales cambios que se avecinan. La cultura productivista-consumista, la mercadolatría y la tecnolatría que han dominado el imaginario colectivo desde la primera revolución industrial hasta nuestros días ya no pueden dar respuesta a este desafío.
Así llegamos a mi tercera afirmación: es la dirigencia peronista la que tiene que asumir en plenitud el legado ecológico de su fundador.
En otras palabras, no se trata de plantear la imposible e innecesaria ecopolitización del peronismo, se trata de la posible y necesaria asunción del legado ecológico de Perón por parte de la dirigencia peronista, dirigencia que se enfrenta a una disyuntiva crucial: ignora ese legado -y queda atrapada en un esquema político que no puede dar solución a las nuevas y complejas demandas de la sociedad- o, por el contrario, lo asume y se transforma en la fuerza política capaz de cambiar el actual rumbo de insostenibilidad uniendo voluntades…por encima de las diferencias ideológicas que separan a los individuos dentro de sus sociedades o a los Estados dentro de la comunidad internacional, con el objeto de construir una patria convivencial y sostenible asentada en cuatro pilares fundamentales: justicia social, independencia económica, soberanía política y prudencia ecológica.
TE ACLARO AMIGO MERENSSON QUE TU POSICÍON ES LA CORRECTA. Y ESTÁ BIEN QUE NO VAYAS………..SALUDOS CHIQUITO.
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