Por Emiliana Racigh Lazo
Publicado en GACETA DEL COLMENAR – EDICIÓN Nº 642 – OCTUBRE 2020
Emiliana Racigh Lazo: ¿Cómo se configura la ideología de la Ecología política?
Carlos Merenson: (…) En primer lugar, estoy muy agradecido con esta entrevista que nos permite difundir nuestros pensamientos y nuestras ideas, es una excelente oportunidad. Respecto a la configuración de la Ecología Política como una ideología, hay que trazar el camino de su prefiguración.
Ésta se inicia en los siglos XVI y XVII y nace como una respuesta frente a la tradición imperial que se regía entre los seres humanos y la naturaleza, que desemboca en un antropocentrismo despótico (…) A partir de la revolución industrial se comienzan a insinuar grandes impactos sobre la naturaleza y el ambiente, y surgen corrientes de pensamientos críticos como por ejemplo el naturalismo a mediados del siglo diecinueve, que ve los cambios en el medio rural a partir de la industria. Por otro lado, se hacen los primeros aportes desde el ámbito científico para lo que más tarde será la ecología científica. Nacen los primeros aportes desde la termodinámica, que luego dará origen a lo que hoy conocemos como bioeconomía (…) A mediados del siglo XX la ecología profunda pone el acento en la ética de la relación entre los seres humanos y la naturaleza…Entonces ¿cómo llegamos a configurar la Ecología política como una ideología? En la década del 70 se publica el informe “Los límites del crecimiento”, fue trabajo elaborado por un equipo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, a pedido del Club de Roma. Hasta ese momento los trabajos y las variables se analizaban de manera independiente. La producción industrial, la contaminación, el crecimiento poblacional, la producción de alimentos…estos ejes no se interrelacionaban con las herramientas de la computación. Cuando aparecen las herramientas informáticas existe la posibilidad de combinar estas variables y analizarlas viendo sus interacciones.
A partir de las proyecciones de distintas variables, los científicos proyectaron el colapso del mundo industrial. Los resultados publicados fueron muy criticados, así como también sus impresiones acerca de los límites biofísicos, que son los límites del crecimiento.
La ecología política se cuestiona la concepción del progreso como el permanente rebasamiento de los limites biofísicos. La revisión de la conducta humana emerge en la Ecología política a partir de la toma de conciencia de la existencia de límites biofísicos y las consecuencias trágicas de no respetar esos límites que son naturales, no sociales. El
productivismo asociado al “crecimientismo”, es la idea de que vinimos al mundo a producir y a consumir, a crecer sin cesar, sin discutir si ese crecimiento es realmente sostenible en un mundo finito.
ERL: ¿En qué consisten los principios que enumera la Ecología política?
CM: 1. Sabiduría ecológica; Justicia Social; Democracia participativa; La No Violencia; La Sostenibilidad; Respeto de la diversidad. Estos principios explayados se hayan en la Carta de los Verdes Mundiales, Canberra, 2011 (Ver link: https://ecopolitica.org/carta-de-los-verdes-mundiales/ )
ERL: ¿Por qué es importante pensar urgentemente en un cambio de paradigma?
CM: (…) A partir de las cuatro crisis ecosociales que supimos conseguir vemos la necesidad de cambiar los rumbos. La crisis del sistema climático global, la crisis biosferica, particularmente la degradación y la pérdida de diversidad biológica, la crisis del modelo energético fosilista y la crisis social que emerge como fruto de un imparable proceso de concentración de la riqueza. En estos puntos es donde se emerge una crisis ecosocial, que engloba lo social, lo económico y lo ecológico como una sola cosa. Es necesario replantearse profundamente el paradigma vigente y buscar las alternativas. Estas crisis no son independientes, sino que se refuerzan mutuamente. La crisis energética, por ejemplo, nos muestra el modelo energético y el modelo de sociedad que tenemos (…) Hoy estamos ingresando en el cenit del petróleo, un agotamiento inevitable de una fuente de combustible que no es renovable. Esto causará un impacto monumental sobre nuestro modelo de sociedad. Un ejemplo lo tenemos en el sistema agroalimentario que hemos desarrollado. El modelo agroindustrial como forma de producción se ha tornado hegemónico. Quienes se dedican a analizar el colapso de las sociedades preexistentes a la nuestra han encontrado que la causa que gatilló el colapso final fue justamente la crisis del sistema alimentario (…) Muchos están encantados con el actual modelo agroindustrial, pero hay dos tendencias nos hacen ser cautelosos: porque aumenta en forma exponencial la demanda y porqué cada vez se hace más difícil satisfacer esa demanda. El aumento del consumo de carne por la cría en pesebre, el crecimiento poblacional, la producción de los biocombustibles…Frente a estos motores de demanda cada vez es más difícil resolver la producción porque avanza la erosión, la desertificación, se agotan los acuíferos, se manifiestan grandes olas de calor como producto del proceso del cambio climático, derretimiento de glaciares, el avance de la urbanización, el desvío de agua de riego hacia las ciudades…Nos preguntamos… ¿el modelo agroindustrial puede alimentar a la humanidad? Entre 1950 y el 2000 aumentó un 40% el rendimiento de las kilocalorías per cápita que entregaban los cultivos en sus rendimientos diarios, pero también en ese periodo murieron 1.500 millones de personas por hambre y desnutrición. Pese a que tenemos los silos repletos de granos, el problema frente al hambre en el mundo no estaría en la producción sino en la distribución. ¿Es sostenible físicamente este modelo? Existe una manera de cuantificar el flujo de la energía con la medición del transumo. El transumo mide y controla cuánta energía y materiales entran en el sistema de producción y cuánto sale en su producto final, en este caso alimentos. Cuando realizamos esta evaluación, por ejemplo, en la agroindustria de Estados Unidos, la relación es 10 a1. Esto significa que por diez kilocalorías que se invierten en el sistema de producción se obtiene una kilocaloría de alimento. Eso define la insostenibilidad, esas diez kilocalorías provienen del petróleo y no del sol como en la agricultura tradicional. Los cultivos en invernáculo tienen relaciones de transumo de 571 a 1. ¿Existen otros modelos que pueden alimentar a la humanidad ¿Cuánto hay que producir basados en la equidad? José Luis Porcuna calculó cuanto debe rendir una hectárea de cultivo para alimentar a una población de 10 mil millones de habitantes. El resultado es 1,7 toneladas por hectárea de producción y ese resultado es perfectamente alcanzable por cualquier de las modalidades en que se aplique la agroecología. Se puede producir alimentar a la humanidad y cuidar el medioambiente al mismo tiempo (…) Siguiendo los ciclos naturales de los cultivos y los animales con las épocas del año es posible producir una variedad de alimentos enorme, sin impacto ambiental y sin ningún insumo externo al ecosistema es decir sin plaguicidas ni fertilizantes. Se ha instalado la idea de que tenemos que comer de todo, en cualquier lugar y en cualquier momento. Este paradigma, para la ecología política, tiene que cambiar hacia alimentarnos de lo propio, del lugar y época, y en cantidades adecuadas. Con eco eficiencia, biomimesis, equidad, dietas bajas en carnes, con soberanía alimentaria y autolimitación, vamos a poder hablar de seguridad alimentaria. Un país como Argentina tiene que prestar mucha atención a esto, porque se ha depositado prácticamente todo su esquema de producción en un sistema que es insostenible.
ERL:¿Cuáles son las principales estrategias para un cambio de rumbo? ¿Cómo se caracteriza una sociedad convivencial y sostenible?
CM: En el campo de las propuestas no existe para el ecologismo una receta universal. No es lo mismo el crecimiento industrializado del hemisferio norte y el desarrollo que necesita el hemisferio sur. El ecologismo plantea que se necesita un crecimiento del mundo en desarrollo que no imite el modelo insostenible del mundo industrial, que no se base en el extractivismo, hasta equilibrarse y alcanzar un aumento regulado y sostenible. La sociedad convivencial plantea que tenemos que aprender a convivir como entre nosotros como hermanos, no como enemigos.
El sistema productivista ha transformado al hombre en enemigo del hombre, dejando de lado la solidaridad. Es cuestión de re-aprender a vivir y convivir con la naturaleza. Es un desafío adaptar nuestra tecnosfera a las condiciones de la biosfera y sus límites biofísicos. Urgentemente tenemos que realizar una verdadera transición desde el modelo energético fosilista hacia las energías renovables y limpias. Lograr enfrentar al creciente militarismo y oponer al pacifismo. De la ilusión de un mundo infinito a la racionalidad ecológica. Del consumismo al consumo responsable. Del darwinismo social a la solidaridad. De la democracia formal a la democracia participativa. De la economía del siempre más a la economía del suficiente. Es decir, tenemos que recorrer caminos opuestos.