Desde el canto de las sirenas que hipnotizaba a los argonautas, a las “historias heroicas” para cortejar o las estrategias de márquetin 3.0 para atrapar consumidores, se entrelazan seducciones que pueden ocultar, obstaculizar, invisibilizar los condicionamientos o los problemas, por ejemplo: de los problemas urbanos. En el más amplio sentido, el engaño puede ser una verónica del torero.
Si bien no todo en la vida es solemnidad ni austeridad acérrima, tampoco es aceptar el conductismo que lleve al desinterés por cambiar, por ser parte para propender a relaciones socioeconómicas más justas de toda la comunidad.
Mensajes como “en todo estás vos”, “BA elige”, “Horacio, Diego y Vos” con el simbolismo gubernamental abduce voluntades. Lleva a que cada uno atienda su juego. Sin síndicos sociales se vacía de contenido cualquier resultado. Reuniones de “participación” sin diálogo, sin intercambio de ideas, en tanto se adoptan decisiones de obras o ventas y/o aumento de la capacidad constructiva en predios específicos -por 38 funcionarios políticoscon efectos en el largo plazo sobre el desarrollo humano, lo confirman.
La comunidad es operada masivamente, como una unidad sin atender los matices, la diversidad. Se la maneja de modo siniestro y simultáneo: entretenimiento para muchos, beneficios extraordinarios para pocos; cual mundos paralelos que no se intersectan. Nada de fondo se resuelve por ese camino. Todo sigue igual. No hay espacio político para “ser”. En ese contexto la ilusión adormece, es un método para enmudecer. No es el camino para dar oportunidades a todos los habitantes, para aceptar al otro, para atender los cambios que requieren las necesidades ciertas de la gente.
Ilusionar-se tal como el enamoramiento puede llevarnos a mundos mejores, a utopos, a deseos profundos, a una ciudad con buenos aires. Pero ilusionar como instrumento de acción de gobierno puede confundir, adormecer. Desde mediados de 2020 se realiza un esfuerzo formalmente loable, pero, sin diagnósticos, sin información, sin diálogos, sin debates, con metodologías que abusan de la brevedad del tiempo para no reflexionar, con post tratamientos ocultos, que si se develara el final del juego podría romperse el hechizo. Se desconocen las consecuencias y no hay medios de oposición de resultados ni de arbitraje.
Las cuestiones en tratamiento son de amplio interés común, son para el desarrollo de nuestras actividades, del ámbito ambiental y territorial a vivenciar. Queremos una ciudad para todos no en función del crecimiento inmobiliario y el consumismo.
30 ideas, 2 por cada comuna ¿no será una estrategia que evade tratar las infraestructuras y la prestación de servicios en las Comunas, el financiamiento y acceso a la vivienda en los Barrios, la disposición y destino de la tierra pública, las formaciones oligopólicas inmobiliarias, la enajenación de la costa, el estado del equipamiento público, el accionar promotor de ocupar áreas inundables o el desentendimiento por la intensidad creciente de la isla de calor, o la falta de indicadores urbano ambientales de seguimiento público de la acción de gobierno,…?
Las zanahorias como sugestión para el hambre del “ser político” lleva a una dirección equivocada, a una ilusión tecnocrática finalmente opresora, a un pobre espectáculo de integración de espectadores.