Carlos MERENSON

En 2007, el ecologista australiano David Holmgren -co-autor del concepto de Permacultura- proyectó cuatro posibles escenarios que se podían configurar entre los 10 y 30 años posteriores a su enunciado y ello en base a la manera en la que se podían combinar, por un lado, el descenso energético y por otro lado, el avance del cambio climático.

Si se registraba un cambio climático fuerte y un descenso energético suave se podía configurar un escenario “tecno-marrón”; pero si el cambio climático era fuerte y también lo era el descenso energético entonces se podía configurar un escenario de “sálvese quien pueda” o de “botes salvavidas”. Un cambio climático leve y un descenso energético fuerte podían configurar un escenario de “cuidar la Tierra” y un cambio climático leve y un descenso energético suave podían configurar un escenario “tecno-verde”.

En la actualidad, algunos piensan que no existe el cambio climático y los combustibles fósiles son eternos. Otros piensan que vivimos en un escenario tecno-verde, mientras que no tantos -entre los que me incluyo- pensamos que ya nos encontramos viviendo en un mundo tecno-marrón con tendencias al agravamiento y el consiguiente riesgo de precipitarnos hacia un escenario de sálvese quien pueda.

A más de una década de haber sido descritos veamos la manera en la que Holmgren imaginaba las principales características del escenario el tecno-marrón para que el lector pueda sacar su propias conclusiones.

EL MUNDO TECNO-MARRÓN

Para que el mundo tecno-marrón tome forma se requería que la producción de petróleo disminuyera -luego de alcanzar su pico de extracción en el 2005- en aproximadamente un 2% anual, con una pendiente similar para el caso del gas natural pero -paralelamente- las consecuencias del cambio climático global debían ser fuertes tendiendo a alcanzar una gravedad extrema.

En ese contexto se pueden esperar políticas y acciones fuertes e incluso agresivas por parte de los gobiernos nacionales, tanto para hacer frente a las amenazas que suponen el descenso energético y el cambio climático, como para cuidar y aprovechar las oportunidades que ellos les pueden ofrecer de manera circunstancial. Se generan así condiciones propicias para el surgimiento de un sistema político corporativista con tendencia a fusiones del poder estatal y corporativo en modelos de naturaleza fascista.

Frente a la disyuntiva entre intentar evolucionar hacia una sociedad hipoenergética o -contra viento y marea- intentar mantener la sociedad hiperenergética productivista y consumista, gobiernos y corporaciones, en una huida hacia adelante, se aferraran al modelo energético fosilista consumiendo hasta el último metro cúbico de petróleo, gas natural y carbón que les sea posible, incluidos los antieconómicos y de alto riesgo hidrocarburos no convencionales y los yacimientos de aguas profundas; relanzando la energía nuclear a una escala nunca antes imaginada y haciendo uso intensivo de los granos para la producción de combustibles, lo que comprometerá la seguridad alimentaria, configurando en conjunto una verdadera guerra contra la naturaleza y contra la humanidad futura.

A los altísimos costos que demandará mantener el sueño hiperenergético de las elites del poder se sumarán los enormes costo de defensa o reemplazo de infraestructuras amenazadas o destruidas por efectos de las consecuencias del cambio climático como así también se deberá hacer frente a los costos que traerá aparejada la inevitable reducción de la producción de alimentos de la agricultura, tanto industrial como de pequeña escala, originada por los efectos combinados de las consecuencias del cambio climático.

En este escenario aumentan las ganancias tanto en el sector de los recursos no renovables como de la agricultura industrial a gran escala debido a los altos precios de las materias primas, revirtiendo muchos de los patrones y tendencias económicos de las últimas décadas. La riqueza de las corporaciones y naciones que controlan estos recursos, aumenta incluso cuando se acentúa el agotamiento de recursos energéticos y el cambio climático causa caos en la agricultura.

Frente a los altísimos costos que demandan el sector energético, de defensa, seguridad, infraestructura y para subsidiar alimentos se derrumban los presupuestos para educación, salud, cultura, deportes, etc.

Estallan guerras para asegurar el abastecimiento energético y de alimentos que ponen en el centro de la atención pública la cuestión de las amenazas externas y exaltan los nacionalismos y la xenofobia.

En este contexto, la inevitable caída del consumo conduce a una caída del crecimiento económico que las políticas gubernamentales no pueden atender en tanto concentran sus recursos limitados en la seguridad alimentaria, energía, defensa y para mitigar efectos del cambio climático. De esta manera comienza una depresión económica global a partir de los efectos combinados de los altos precios de la energía y los alimentos, la competencia entre las superpotencias y la creciente fragilidad del sistema financiero que se acentuará ante la insolvencia de las superendeudadas empresas energéticas ante el colapso de la producción de hidrocarburos no convencionales.

Si bien el descenso energético tiene importancia en la configuración política del escenario tecno-marrón, es la rápida irrupción de las consecuencias del cambio climático la que facilita grandemente el creciente apoyo a los sistemas autoritarios, nacionalistas e incluso corporativistas.

Frente a las consecuencias de un clima caótico, como los problemas de suministro de alimentos, los cambios en el uso del suelo y el abandono de tierras marginales, emergen las demandas sociales para una acción gubernamental enérgica destinada a proteger a las personas tanto de los altos costos de los alimentos, energía y desastres naturales, como de políticas agresivas de otras naciones y de las inevitables migraciones masivas de personas desplazadas, no solo desde otros países sino también internamente con tasas de urbanización que aumentan a medida que se acelera el impacto del cambio climático y la retirada de los servicios respaldados por el gobierno en las regiones rurales más remotas.

Se acelera el declive de la clase media en muchos países y ello conduce al descontento y al aumento de la represión gubernamental. Surgen o se incrementan los campos de refugiados de emigrantes, perseguidos o personas sin hogar. Cobran fuerza renovada los enfoques para el control de la natalidad.

Una serie de conflictos internacionales breves pero intensos confirman cambios importantes en los equilibrios de poder globales al tiempo que aceleran el agotamiento de los recursos. El control de los recursos minerales y de combustibles fósiles no renovables sigue siendo fundamental, mientras que la importancia (relativa) de la riqueza renovable de la agricultura y la silvicultura sigue disminuyendo a medida que el clima se deteriora, especialmente en países donde la mayor severidad de las sequías golpea con fuerza.

Con el suministro de alimentos amenazado, los combustibles fósiles y otros recursos se redirigen de la movilidad y el consumo personales a la agricultura intensiva en invernaderos y otros entornos controlados, en su mayoría agrupados alrededor de centros urbanos y gestionados por corporaciones agroindustriales.

La desalinización y otras formas energointensivas para mantener los sistemas de suministro de agua se construyen a un costo enorme y aumentan aún más la demanda de energía.

La amenaza del aumento del nivel del mar conduce a la remodelación urbana a gran escala impulsada por agresivas políticas gubernamentales. Se financian algunas iniciativas muy audaces para el desarrollo urbano de densidad media energéticamente eficiente y la infraestructura de transporte público. Una característica clave de este escenario es la sensación de división entre el número cada vez menor de «ricos» que dependen de un trabajo en el «sistema» y los muchos que constituyen subculturas nómadas y altamente flexibles que viven de los desechos del «sistema» y la naturaleza.

La seguridad de los que «tienen» es un problema constante en las comunidades cerradas y en los barrios y barrios de estilo apartheid para los que «no tienen».

Mientras que las élites continúan siendo impulsadas por un compromiso con creencias superracionalistas, un sentido de vacío y falta de propósito caracteriza a la clase media que se encoge, mientras que las religiones y cultos fundamentalistas juegan un papel más fuerte en la vida de las clases trabajadoras y desempleadas, en parte a través de reacciones genuinas a los fracasos del humanismo moderno y parcialmente manipuladas por las élites para desviar la ira y el desencanto.

El escenario tecno-marrón podría ser dominante e incluso más o menos socialmente estable durante muchas décadas hasta que el colapso climático en curso y el descenso energético impulsen un cambio al escenario de sálvese quien pueda.

La esencia de este escenario se encuentra en la restricción que el poder nacional ejerce sobre el consumo y la concentración de recursos para mantener al Estado nacional, frente a las consecuencias del cambio climático y la reducción del suministro de energía y alimentos.

ALGUNAS OBSERVACIONES GENERALES

Holmgren no incluyó o lo hizo de manera indirecta los muy graves impactos ecosociales del proceso de degradación y pérdida de los componentes de la diversidad biológica los que se manifestarán -principalmente- en la alimentación y en la elaboración de productos medicinales.

También es importante destacar que además del descenso energético se registrará un marcado agotamiento en el stock de recursos naturales que agudizará los problemas, aspecto este que si ocupa un lugar muy destacado en el Modelo Mundial Estandard de Los Límites del Crecimiento, estudio basado en la teoría de la dinámica de sistemas de Jay W. Forrester. Este estudio se realizó empleando el modelo World-3, con 77 ecuaciones básicas que relacionan cinco variables fundamentales: población, producción agrícola, recursos naturales, producción industrial y contaminación. Estas variables se cargaron en el modelo mundial «estándar» o Business as Usual (BaU) que no supone un cambio importante en las relaciones físicas, económicas o sociales que históricamente han gobernado el desarrollo del sistema mundial y por lo tanto se tomaron los valores históricos desde 1900 hasta 1970 y a partir de 1970, los valores de las variables fueron las que proyectó el programa World-3 siguiendo la tendencia histórica. A continuación se transcribe el resultado que se puede esperar:

Los alimentos, la producción industrial y la población crecen exponencialmente hasta que la rápida disminución de la base de recursos obliga a una desaceleración del crecimiento industrial. Debido a los retrasos naturales en el sistema, tanto la población como la contaminación continúan aumentando durante algún tiempo después del pico de la industrialización. El crecimiento de la población finalmente se detiene por un aumento en la tasa de mortalidad debido a la disminución de los alimentos y los servicios médicos.

El modo de comportamiento del sistema claramente es el de exceso y colapso. En este caso el colapso se produce debido al agotamiento de los recursos no renovables. El stock de capital industrial crece a un nivel que requiere un enorme aporte de recursos. En el proceso mismo de ese crecimiento agota una gran parte de las reservas de recursos disponibles. A medida que suben los precios de los recursos y se agotan las minas, se debe utilizar cada vez más capital para obtener recursos, dejando menos que invertir para el crecimiento futuro. Por último, la inversión no puede mantenerse a la altura de la depreciación y la base industrial se derrumba, llevando consigo los servicios y los sistemas agrícolas que se han vuelto dependientes de insumos industriales (como fertilizantes, pesticidas, laboratorios hospitalarios, ordenadores y especialmente energía para la mecanización). Por un corto tiempo la situación es especialmente grave porque la población, con los retrasos inherentes a la estructura de edad y al proceso de ajuste social, sigue aumentando. Finalmente, la población disminuye cuando la tasa de mortalidad se dispara por la falta de alimentos y servicios de salud.

El momento exacto de estos eventos no es significativo, dada la gran agregación y muchas incertidumbres en el modelo. Es significativo, sin embargo, que el crecimiento se detiene mucho antes del año 2100. Hemos intentado en cada caso dudoso hacer la estimación más optimista de cantidades desconocidas, y también hemos ignorado eventos discontinuos como guerras o epidemias, que podrían actuar para poner fin al crecimiento incluso antes de lo que nuestro modelo indicaría. En otras palabras, el modelo está sesgado para permitir que el crecimiento continúe más de lo que probablemente pueda continuar en el mundo real. Por lo tanto, podemos decir con cierta confianza que, con el supuesto de que no se produzca un cambio importante en el sistema actual, el crecimiento demográfico e industrial ciertamente cesará – a más tardar – en el próximo siglo [se refieren al siglo XXI].

El modelo mundial estándar colapsa debido a una crisis de recursos. ¿Qué pasa si nuestra estimación del stock global de recursos es incorrecta? En el modelo supusimos que en 1970 había un suministro de 250 años de todos los recursos, a las tasas de uso de 1970. La columna del índice de reserva estática de la tabla de recursos del capítulo II verificará que este supuesto es realmente optimista. Pero seamos aún más optimistas y supongamos que los nuevos descubrimientos o avances en la tecnología pueden duplicar la cantidad de recursos económicamente disponibles. En una corrida del modelo que funciona bajo esa suposición se ve que es muy similar al de la serie estándar. En este caso, la principal fuerza que detiene el crecimiento es un aumento repentino en el nivel de contaminación causado por una sobrecarga de la capacidad natural de absorción del ambiente. La tasa de mortalidad se eleva abruptamente por la contaminación y la falta de alimentos. Al mismo tiempo, los recursos están gravemente agotados, a pesar de la cantidad duplicada disponible, simplemente porque unos pocos años más de crecimiento exponencial en la industria son suficientes para consumir esos recursos adicionales.

Las proyecciones de World-3 indicaban que los alimentos, la producción industrial y la población crecían exponencialmente hasta que la base de recursos -que disminuía rápidamente- obliga a una desaceleración en el crecimiento industrial. Debido a los retrasos naturales en el sistema, tanto la población como la contaminación continuaban aumentando durante algún tiempo después del pico de la industrialización, pero el crecimiento de la población finalmente se detenía por un aumento en la tasa de mortalidad debido a la disminución de alimentos y los servicios de salud. A partir del modelo estándar se corrieron nueve modelos bajo diferentes hipótesis y en todos los casos, World-3 demostraba que –inevitablemente- se arribaba a un colapso que debería producirse antes de un siglo o lo que es igual, antes de 2070.

El Dr. Graham Turner de la Universidad de Melbourne ha constatado que hasta 2012 las trayectorias de las variables consideradas en World-3 coinciden casi a la perfección con las proyectadas en la década de 1970 pudiendo esperar en consecuencia que el escenario de sobregiro y colapso se transforme en realidad o lo que es igual, que un escenario como el tecno-marrón sea el que más se ajusta a la realidad.