Carlos Merenson

Foto de portada: Una réplica de la Estatua de la Libertad de Nueva York a las puertas de unos grandes almacenes en Sinop, en el Estado de Mato Grosso. VICTOR MORIYAMA – El País

República Tóxica de la Soja

En 1996, con la aprobación en Argentina -y por primera vez en el cono sur de Latinoamérica- del primer cultivo transgénico de soja con resistencia a Glifosato, se instala un modelo agroindustrial que generará –pocos años más tarde- una comunidad de intereses económicos y culturales en algunos países de la región de tal intensidad que prácticamente ha conducido a la creación de un nuevo país al que algunos promotores del modelo denominaron como “La República Unida de la Soja” y sus detractores respondieron llamándola “República Tóxica de la Soja”. Este nuevo Estado dentro de Estados es el resultado de la superideología productivista en cualquiera de sus vertientes: neoliberales o progresistas.

Esta verdadera “Unión de Repúblicas Productivistas Sojeras” (URPS), se extiende hoy en parte de los territorios de las repúblicas de Argentina; Brasil; Uruguay; Paraguay y Bolivia; y su capital se encuentra en Sinop, en el Estado de Mato Grosso, Brasil.

La URPS nace a partir de la alianza entre grandes productores agroindustriales locales y las corporaciones internacionales que los proveen de insumos y exportan sus producciones, reunidos y asociados por una mancomunidad de intereses económicos y de principios básicos que hacen a su organización: no tolerar la interferencia de los gobiernos en sus negocios; usar todos los recursos de los gobiernos para mantener y acrecentar sus privilegios; dejar que la demanda y la oferta trabajen sin freno; estimular el individualismo; no tolerar la interferencia del trabajo asalariado; no pagar más que lo absolutamente necesario para sobrevivir; consagrar al lucro como el único motivo de toda acción productiva y hacer de la competitividad y la productividad la razón de vivir.

Las cinco Repúblicas Productivistas Sojeras que integran la URPS muestran algunos importantes rasgos en común que transmiten a los países de los que forman parte: una muy alta monopolización y extranjerización de la producción y comercialización de granos en general y soja en particular; una muy alta dependencia genómica y agroquímica de los países centrales; importantes asimetrías en el comercio y aumento de los déficit comerciales; un acelerado proceso de concentración de la tierra; un acelerado proceso de primarización y transnacionalización de la economía; muy alta vulnerabilidad económica asociada con los fluctuantes precios de las materias primas; gran vulnerabilidad asociada con su absoluta dependencia respecto de los menguantes combustibles fósiles; muy graves impactos ambientales, particularmente en materia de deforestación y desertificación; muy graves impactos sociales, vinculados a migraciones y daños a la salud; crecientes conflictos distributivos y creciente confusión social que lleva a la recuperación de las vertientes neoliberales del productivismo, como en Uruguay y Paraguay; e incluso, al surgimiento de expresiones de extrema derecha, como en Brasil y como también lo fue el intento golpista en Bolivia.

Pero la URPS -a pocos años de haber sido creada- ya resulta anacrónica.

Así por ejemplo, en la actualidad, para los proyectos de investigación financiados por la Unión Europea -como lo informa Habas contadas– se está trabajando para detectar lagunas de investigación en materia de extrema dependencia de su actual agricultura industrial del suministro de petróleo, gas y fósforo, con el objetivo de hacer que la UE sea resistente a la amenaza de escasez de recursos naturales, energía y minerales que ha surgido en la escena internacional en los últimos años. Para justificar esta línea de trabajo la UE considera necesario prestar más atención a la investigación sobre la agricultura orgánica y regenerativa, ya que esas técnicas son las únicas que se muestran capaces de lograr altos rendimientos agrícolas con un uso mínimo de petróleo, gas natural e insumos de roca fosforada. También recomienda aumentar los esfuerzos en la investigación sobre la relocalización de las cadenas logísticas, que han estado orientadas al comercio internacional de larga distancia en las últimas décadas y pueden verse obligadas a reubicarse de nuevo, resaltando el hecho de que el transporte de mercancías por carretera se enfrenta a un gran reto en las próximas décadas y este transporte, tanto internacional como nacional, es esencial para la producción y distribución de alimentos.

Es decir que, mientras los países desarrollados están regresando de la agroindustria para internarse en la agroecología, aquí, en la URPS, en una torpe huida hacia adelante, se acelera el compromiso con un modelo insostenible de producción de alimentos.

Para mayor información sobre la insostenibilidad del modelo agroindustrial ver: https://laereverde.com/2019/11/23/el-insostenible-modelo-agroindustrial/

Dos herramientas indispensables para profundizar el análisis crítico del modelo agroindustrial disponibles en https://www.biodiversidadla.org/:

1 – ATLAS DEL AGRONEGOCIO TRANSGÉNICO DEL CONO SUR

2 – MAPA DE LA REPÚBLICA TÓXICA DE LA SOJA