El intendente cordobés Martín Llaryora, ha convocado a una Cumbre Mundial sobre Economía Circular que se llevará a cabo el 15 y 16 de junio en la ciudad de Córdoba y en declaraciones que publica La Nación ha afirmado que: Ahora vamos a seguir creciendo como sociedad, pero de forma sustentable. Es un desafío que nos permitirá seguir produciendo y existiendo como especie, cuidando el planeta para generaciones futuras.
Al respecto caben algunas observaciones.
Su objetivo de seguir creciendo de forma sostenible mediante la economía circular lamentablemente encierra dos errores.
El primero es que si bien podemos imaginar un desarrollo que sea sostenible, resulta absolutamente imposible un crecimiento sostenible en tanto la propia expresión constituye un oxímoron.
Para ser más claro, el término “sostenibilidad” da a entender que un determinado proceso se encuentra unido a un largo período de tiempo, no especificado. Si tal proceso supone crecimiento, debemos reconocer el hecho matemático de que un crecimiento continuo (un porcentaje fijo anual) implica un crecimiento “exponencial” que, como tal, resulta en enormes cantidades en períodos modestos de tiempo. De las dos afirmaciones anteriores se puede concluir que el término “crecimiento sostenible” implica “aumento sin fin”. Esto significa que lo que está en crecimiento tenderá a un tamaño infinito. El tamaño finito de los recursos, los ecosistemas, el ambiente y la Tierra llevan a una verdad fundamental en cuanto a la sostenibilidad: cuando se aplica a cosas materiales, el término “crecimiento sostenible” es un oxímoron, o sea, una combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador.
Hablar de crecimiento sostenible me recuerda una frase de Tony Blair sobre el cambio climático cuando afirmó que: actuar ahora puede ayudar a evitar los peores efectos del cambio climático. Si actuamos con previsión, podremos evitar perturbar nuestra forma de vida.
Así como Blair parece ignorar o prefiere ignorar que nuestra forma de vida es justamente la que origina el cambio climático, muchos ignoran o prefieren ignorar la estrecha relación existente entre crecimiento y crisis ecosocial.
A lo anterior se suma el error de considerar que la denominada “economía circular” puede cumplir con una de las mayores utopías anticientíficas: ir contra las leyes de la termodinámica.
Bien vale recordar aquí lo que alguna vez dijo el astrofísico británico Sir Arthur Eddington: …si se encuentra que tu teoría se contrapone con la segunda ley de la termodinámica, no puedo darte ninguna esperanza; no hay nada que pueda hacerse por ella sino sumirla en la humillación más profunda.
Pero analicemos en mayor detalle esta idea de una economía capaz de liberarse de los límites biofísicos, un viejo anhelo propio del utopismo productivista.
La economía circular plantea un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido, extendiendo el ciclo de vida de los productos. Se trata de un modelo opuesto al modelo económico lineal tradicional, basado principalmente en el concepto “usar y tirar” que requiere de grandes cantidades de materiales y energía baratos y de fácil acceso.
Quienes proponen este modelo de economía circular, pese a sus buenas intenciones, parecen ignorar o mal interpretan las leyes de la termodinámica. Debemos reconocer que una lectura superficial del enunciado de la primera ley de la termodinámica -nada se pierde, todo se transforma- puede conducir al sueño de una economía capaz de generar un crecimiento infinito. Sin embargo, es en este punto en donde la segunda ley deja en claro que una cosa es que nada se pierda y todo se transforme y, otra cosa muy diferente es que, en el proceso, cierta cantidad de energía se transforme en no utilizable. El problema aquí es que la economía, lejos de ser circular, es entrópica.
Elegir el enunciado de la primera ley de la termodinámica resulta indispensable para aquellos que pretenden justificar una visión utópica de una economía que no agota recursos. Esta lectura elude que el significado de la primera ley de la termodinámica -que debe ser interpretado de manera conjunta con la segunda ley- es muy diferente al pretendido. Tan diferente que, lejos de conducir a la idea de circularidad, indica que la generación de residuos es inherente a los procesos productivos y que, además, una parte de ellos no tienen posibilidad alguna de ser reutilizados. Debemos aclarar que la entropía no solo es aplicable a la energía, sino también a la materia en los procesos de transformación en tanto sus concentraciones tienden a dispersarse, sus estructuras tienden a degradarse y desaparecer, por lo que su orden tiende a convertirse en desorden. Así, la propuesta de una economía circular resulta entonces coherente para una ciencia económica forjada en el paradigma mecanicista que no incorpora los descubrimientos científicos que introdujeron un concepto central: la irrevocabilidad.
El planteo de una economía circular dejaría atónito al propio Rudolf Clausius que durante la década de 1850 desentrañó la función termodinámica entropía como concepto central para el segundo principio de la termodinámica.
Lamentablemente y pese a las buenas intenciones que puedan inspirar a quienes impulsan modelos como la economía circular, se impone la realidad y la realidad es que, tal como lo sostiene, Joan Martínez Alier, uno de los fundadores de la International Society for Ecological Economics: “la economía industrial es entrópica, no es circular. Es cada vez más entrópica”.[1]
El año pasado se han cumplido cincuenta años de la publicación de la principal obra, del economista Nicholas Georgescu-Roegen, La ley de la entropía y el proceso económico, en donde se analiza el proceso económico desde el punto de vista de la segunda ley de la termodinámica, un proceso que articula mecanismos que llevan a productos y materiales de baja entropía -como las materias primas- a otros de alta entropía, como los residuos. Una relectura de esta obra, fruto de la interacción de conocimientos económicos y físicos, que son la base de la economía ecológica, resulta indispensable para evitar encaminar esfuerzos detrás de teoremas de imposibilidad, como la pretendida economía circular, cuyo efecto negativo se traduce en dilapidar el corto tiempo disponible para producir un verdadero cambio de rumbo.
[1] Documento electrónico, disponible en: https://www.biodiversidadla.org/Documentos/Joan-Martinez-Alier-La-economia-industrial-es-entropica-no-es-circular.-Y-es-cada-vez-mas-entropica
Gracias Carlos por mantener la brasa encendida
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